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Compositores mexicanos… para las ánimas

Por Glen Rodrigo Magaña

Dedicamos a la calaca este sonoro artículo de Homo Espacios, donde realizamos una breve reseña sobre el pintoresco cronista musical de la Ciudad de México; así mismo, hablaremos sobre un destacado intérprete de nuestro pueblo, reconocido por ser el principal exponente mexicano del llamado canto nuevo; también daremos un recorrido melómano por algunos temas relacionados con la muerte y la fiesta de las ánimas.

Amigos, los invitamos a ver las cápsulas “Homo Espacios” todos los viernes por el Noticiero México al Día PM de Televisión Educativa y a escuchar las cápsulas homoespacieras dentro del programa “El Poder de la Palabra” en Radiocapital 830 AM, todos los miércoles y viernes de 16:00 a 17:00 horas.

El dolor de nuestra gente, banderas negras con el escudo nacional al centro, la suma de más pobres para beneficio de unos cuantos, la asquerosa conveniencia mediática, regalos territoriales para las grandes firmas empresariales, prófugos con fuero, tierras saqueadas por la impunidad política que entre tantas reformas se lee entre líneas: “SE VENDE MI PAIS”, así como detalla con exactitud la canción de Óscar Chávez.

 

Así llegamos a estas… las fechas de los muertos, se ven ataúdes marcados con la palabra “libertad”, “independiente” y agoniza la esperanza. Lágrimas de injusticia, veladoras prendidas ante tanta oscuridad, cadenas de superficialidad para vestir esta esclavitud moderna, distanciamiento tecnológico con la quimera de la conectividad virtual, ciudades perdidas en donde la marginación dibuja rostros tan tristes, el lavado de cerebro con series de un “narcotráfico heroico”, telenovelas para intoxicar aún más, mientras que esta patria enferma… y continúa sangrando.

 

Por otra parte, la música es uno de nuestros mejores antídotos ante este sombrío panorama nacional, y son sus compositores, artesanos que alientan el espíritu. Razón por la cual, es que en Homo Espacios realizamos este sencillo homenaje entre letras sonoras… para las ánimas.

 

 

Chava Flores… cronista musical del folklor mexicano

 

Dicen que con “Dos horas de balazos” arrancó su fama, digo, junto con “La tertulia” que se armó allá por 1952 con la RCA Víctor… todo inicia, en el “México de ayer”.

 

Salvador Flores Rivera, que naciera por la calle La Soledad, en la Merced, un 14 de enero de 1920 entre gente de barrio. Su padre fue el Capitán Don Enrique Flores, casado con Doña Trinidad Rivera, quienes aumentaron la familia con dos hijos más.

 

Desde jovencito andaba de gira por la Ciudad de México, al vivir en más de diez colonias capitalinas, donde para los oficios, tenía un montón. Después del fallecimiento de su padre en 1933, dejaba las canicas de “Pichicuás” para incluir una miscelánea de empleos, desde costurero, encargado de almacén, cobrador, vendedor, ferretero y hasta que vio su suerte de empresario mexicano con una camisería en 1945.

 

En el albur, en 1949 llegó a una imprenta, donde con su genialidad dio vida a la legendaria publicación quincenal de 32 páginas llamada Álbum de Oro de la Canción, que junto al Cancionero Picot, inmortalizaron las letras de nuestra música mexicana. De ahí, la afición a la lírica nacional, el interés por conocer la historia de las canciones de autores afamados y la cosquillita de componer.

 

El Maestro Chava, contaba con sus arrabales experiencias, buen gusto para el oído, el ingenio del sentimiento defeño –se decía-, conocimiento de la música mexicana y esa afinidad por el pueblo, que como mencionaba, inicia su carrera artística con la RCA Víctor en 1952. Registró más de 200 canciones, varios temas quedaron inéditos, actuó en siete filmes, escribió en 1972 su autobiografía Relatos de mi Barrio, y hasta realizó un programa de televisión en Michoacán.

 

Respecto a sus coqueteos sonoros con las ánimas, su principal éxito fue “Cerró sus ojitos Cleto” de 1955, donde en el velorio del compadrito que de un coraje se enfrió, mientras se escucha el hipócrita “…pero que bueno era”.

 

Otras composiciones relacionadas a la muerte, son “La desdicha de Elvira” de 1956, un tango chismoso con mal de amores, de esos que duelen con todo y chipotón; “El día que yo me muera” con ecos norteños, con una letra afligida que refleja un corazón roto o “Ha muerto el día”, que retrata como falleció el día y como hasta la luna se fue al velorio.

 

El cronista musical de la Ciudad de México, falleció un 5 de agosto de 1987 en la capital mexicana, dejando un legado musical con huella humorística en los mexicanos.

 

 

Óscar Chávez… interprete del pueblo

 

Cantante, guitarrista, compositor y actor mexicano, Óscar Chávez Fernández nació el 20 de marzo de 1935 en la Colonia Portales, vivió su niñez y adolescencia en Santa María de la Ribera y estudió en la Escuela Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes, así como en la Universidad Autónoma de México.

 

Durante su carrera fílmica actuó en doce rollos, el más recordado es Los Caifanes (1966), ha grabado más de treinta álbumes, por su tesitura de barítono ha colaborado como narrador en documentales, así como la serie poética Voz de México, y es considerado como el principal representante mexicano del canto nuevo, género que diera paso a la nueva trova.

 

Letras de la música inteligente, su distintiva sensibilidad por la lírica popular de nuestro país, una profunda voz de protesta, así como su congruente filosofía por movimientos sociales, son algunos de los atributos del Maestro Chávez.

 

Algunos de sus éxitos relacionados a la muerte, se encuentran en sus álbumes: La Llorona (1972) y Amorosas, divertidas y horrorosísimas canciones de la calaca flaca (1993), así como sus Canciones de Chava Flores (2000) o las 20 de Chava Flores, lanzado en la década de los ochenta. Temas como “Tristísimo Panteón”, “Las flores del campo santo”, “Ha muerto el día”, “Simón el enterrador” o “Allá a lo lejos” son un ejemplo de su sentimiento fúnebre.

 

 

Canciones… para las ánimas

 

Cuenta la leyenda de una diosa mexica llamada Cihuacóatl, protectora de los partos, que abandonó a su hija Mixcóatl… aún se escuchan sus lamentos nocturnos en búsqueda del bebe que rechazó. Dicen que cuando los peninsulares llegaron a la Gran Tenochtitlan, su llanto anunciaba la aniquilación de su pueblo. Tiempo después, la historia de la madre que mató a sus hijos y su alma en pena por ellos llego a Latinoamérica, donde varios países cuentan con su propia versión de… La llorona.

 

Algunos especialistas señalan que este famoso son istmeño surge en el periodo de la Revolución, otros que fue creado junto con la “Zandunga” en 1850, incluso allá por el Papaloapan veracruzano existe una canción parecida llamada “La lloroncita”, que por cierto canta Óscar Chávez, pero el hecho es que el oaxaqueño tema “La llorona”, permanece en el misterio, sin autor y para el pueblo.

 

Ya que andamos por los sones, uno a la veracruzana es “La bruja”, sugestiva composición que se presume es de José Gutiérrez y los Hermanos Ochoa, provoca a un acto prohibido en los brazos de una dama, que con sus embrujos confiesa su deseo, digamos que es un íntimo cortejo sobrenatural que resuena con jaranas, arpa, guitarras y a veces hasta el zapateado de algún encanto…. ¡Ah! pero que bonito es volar, y para aquellos curiosos en las leyendas jarochas, existe un relato de “La bruja”, que en el pueblo de Coopaltiquetl a principios de siglo XX, existió una señora llamada Marcelina Luís Morales, fémina que se trasformaba con la luz de la Luna y que podía dominar con sus encantamientos a cualquier caballero.

 

Dentro de nuestro folklor lírico de Día de Muertos, se escucha “La calaca” de José Hernández, que interpretara en los años sesenta la maestra de escuela y cantante Amparo Ochoa; de raíces purépechas, se encuentra la pirekua michoacana "El día de Muertos" o la antigua canción mixteca “Uno Muerte”, pieza musical que rescatara Lila Downs en su álbum Árbol de la vida (2000).

 

Acercándonos a los ecos del romance, Guty Cárdenas interpreta el dolor de un padre ante la pérdida de su hija “Flor”, de los venezolanos Antonio Pérez Bonalde y Diego Córdova. Julio Jaramillo, inmortalizó una joya del bolero lúgubre, la desesperada historia de “Bodas Negras”, conocida originalmente como “Boda macabra”, que se piensa es autoría del sacerdote y poeta venezolano Carlos Borges con música del cubano Alberto Villalón, pero Jaramillo también aporto preciosos temas relacionados a la muerte como “Nuestro Juramento” o el dramático tango de 1926 escrito por Jorge Curi “Noche de reyes”.

 

El “Rey del bolero ranchero”, con su aterciopelada media voz, uno de los Hijos del pueblo… Javier Solís, fue uno de los principales representantes que le cantaron a la muerte, algunos ejemplos son “Cuatro cirios”, “Si Dios me quita la vida”, “Sombras”, “Dios nunca muere” o “Morir por tu amor”. 

 

En lo vernáculo, destacan canciones como “Caminos de Guanajuato”, que describe José Alfredo como el lugar donde “la vida no vale nada”; “La muerte” con la fuerte voz de El Charro Avitia; “Que me entierren con la banda”, “Caballo prieto azabache”, “Valentín de la Sierra” o el “Puño de tierra” interpretado por Antonio Aguilar o Juan Gabriel con “La muerte del palomo” y “Amor Eterno”.

 

Estimados homoespacieros, les comparto algunos temas para que disfruten estas fiestas de las ánimas:

 

-“Cerro sus Ojitos Cleto” (Chava Flores).

-“La desdichada Elvira” (Chava Flores, canta Amparo Ochoa).  

-“Tristísimo panteón” (Óscar Chavez). 

-“La calaca flaca” (José Hernández, canta Óscar Chávez).

-“La llorona” (Interpreta Susana Harp).

-“Mujer antigua” y “La Bruja” (Interpreta Son de Madera).

-“Dios nunca muere” (Interpreta Lila Downs).

-"El día de muertos" (Pirekua).

-“Bodas negras” (Interpreta Regina Orozco).

-“Noche de reyes” (Interpreta Julio Jaramillo).

-“Sombras” (Interpreta Javier Solís).

-“Un Puño De Tierra” (Antonio Aguilar).

-“La muerte del palomo” (Juan Gabriel).

 

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