top of page

Para desgracia de la educación de millones de niños y adolescentes, con repercusión en el futuro próximo del país, en especial de los estados de Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas cuya economía gira en torno del turismo, obligadamente bilingüe, docentes como Rubén Núñez Ginéz, dirigente de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), tienen razón cuando amparan su activismo disidente en la figura de comisionado sindical.

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

Y es que esa prerrogativa es de obligada inclusión en el clausulado de los contratos colectivos de trabajo, lo mismo entre los sindicatos de trabajadores del sector privado, inscritos en el apartado A, y los trabajadores del sector público, cuyas derechos y obligaciones se amparan en el apartado B, regidos por el artículo 123 constitucional.

 

Por supuesto es un desplante verbal el argumento de Núñez Ginéz: “Me pagan por hacer política, no por dar clases”. Sí, tiene derecho a estar comisionado en el sindicato; por ende, su trabajo ante un grupo de escolares lo debe cubrir un profesor suplente, con los mismos derechos del titular y dedicado a desempeñar íntegramente su tarea. Dudo que ello ocurra.

 

Bajo esa consideración laboral, Núñez comenzó a armar su defensa contra el litigio que está en proceso de construcción en su contra: la organización civil Mexicanos Primero, interpuso denuncia en su contra ante la Procuraduría General de la República; lo acusa de cobrar poco más de cien mil pesos mensuales sin trabajar. Esta denuncia puede configurar fraude al erario público, pero ¿quién le paga a Núñez y Ginéz y otros 160 comisionados sindicales, que según el líder disidente están en similares condiciones en la sección 22?

 

Lo cierto es que de todos los sindicatos todos sus dirigentes nacionales, estatales, municipales, seccionales, sectoriales o delegacionales están comisionados para ejercer su responsabilidad sindical. Y con ellos va de la mano una pléyade de integrantes de los comités y ayudantes que dejan su plaza al suplente y dedican tiempo completo a “velar” por los intereses de sus representados.

 

Así, en realidad la sección 22 es del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pero está en poder de la CNTE y como tal opera. Lo mismo ocurre con las seccionales de Chiapas, Guerrero y Michoacán que son del SNTE pero bajo control de la disidencia. ¿Cuántos docentes de las seccionales de dichas entidades están comisionados y cuánto cobran?

 

El profesor Núñez niega ganar 52 mil pesos a la quincena, según registro del Fondo de Aportaciones para la Nómina Educativa. Pero, con todo y el insultante salario de alguien que se ha encargado de minar a la Reforma Educativa con argumentos de inviable acatamiento, este profesor puede ir a prisión por la comisión de otros delitos. Y esos están en proceso de fundamentación. Lo del magisterio disidente que se niega a ser evaluado porque no quiere perder prebendas, al contrario mantener las vigentes y sumar lo que más le convenga, es un asunto que no tarda en cuajar con averiguaciones previas de las que se derivará la solicitud de órdenes de aprehensión.

 

Pero, vaya, el caso de la CNTE y su transformación fundamentalista del todo o nada, es ejemplo del nivel al que pueden llegar los sindicatos, ya del apartado A, ya del apartado B, de parar industrias e invalidar acuerdos de productividad porque sus líderes tienen la sartén por el mango.

 

Es indiscutible, los sindicatos tiene su razón de ser para defender los intereses de los trabajadores, sus derechos elementales a un salario digno, a una jornada de concepto productivo sin explotación, a los servicios de salud y, en fin, a todo lo que la ley les ampara. Jugar las contras o ir en perjuicio de los derechos laborales ha implicado recurrir a la otra figura constitucional del derecho de huelga.

 

¿Sirven los sindicatos? Por supuesto sirven, tienen su razón de ser. Sin embargo, en México la enorme gama de representaciones sindicales ha caído en la perversión legaloide derivada en el enriquecimiento de sus cuadros dirigentes, éstos que se han encumbrado en cargos de elección popular –a partir de las cuotas de poder partidista—e incluso en espacios de la administración pública.

 

Y, para lograr esos fines, en esta cuadrícula del juego de intereses, han pervertido la tarea de representación sindical y, para mantenerse en el poder y repartirlo entre la cúpula dirigente, se asumen cómplices de la mediocridad laboral, del incumplimiento y valemadrismo de trabajadores que, en el caso del sector público, honran la mala fama del burócrata que insulta y maltrata a quienes requieren de sus servicios.

 

En alguna ocasión trate el tema en este espacio. Y sigue más que vigente.

 

Dicen los simpatizantes de la CNTE que el profesor Juan Díaz de la Torre, dirigente del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, es decir, el SNTE, también está comisionado y cobra sin trabajar en un aula, porque atiende los asuntos sindicales.

 

Pues sí. Pero contrasta el “trabajo político” de Díaz de la Torre y los maestros integrantes del SNTE, que son los más, con los de la CNTE, que son los menos pero que han dejado en el atraso educativo a millones de niños y adolescentes.

 

Lamentable que un servidor público esgrima su pertenencia sindical y las prebendas que ello le deriva para incumplir con su trabajo. ¿Comisionado para desmadrar al país? Sí, los sindicatos son necesarios, el problema estriba en las ambiciones de los líderes que, lejos de contribuir a la prosperidad de las empresas privadas y las dependencias públicas, prohíjan la mediocridad laboral y el insultante burocratismo que es dique de eso que llaman progreso. Conste.

 

VIERNES. Esta semana ha sido de una amplia demostración de que en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes no se están rascando la panza. Digo.

¡Ay!, los sindicatos 

bottom of page