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Agustín Francisco de Asís Basave Benítez no es de izquierda pero quiere refundar a un partido que conserva residuos de la izquierda de verdad y contra cuya sobrevivencia han apostado, incluso, quienes como su fundador Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador, de él se beneficiaron y encumbraron en las ligas mayores del poder político nacional.

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

La tarjeta curricular de Basave lo ubica más en el ámbito centro progresista del priismo, orientado hacia la socialdemocracia que, al final de cuentas, se significa ideológicamente como una cuña entre la izquierda moderna y la derecha conservadora. Vaya, hasta fue embajador de México en Irlanda durante poco más de tres años en el gobierno derechista y conservador de Vicente Fox Quesada.

 

Sin duda, haber conocido desde dentro a las cúpulas priista y perredista y la condición de un gobierno discordante como el de Vicente Fox, le integran una carta que apisona el proyecto de Basave de transformar al Partido de la Revolución Democrática en un auténtico instituto representativo y crisol de las fuerzas de izquierda que pululan sin identidad en partidos como el del Trabajo, Movimiento Ciudadano y el de Regeneración Nacional (Morena) que es un amasijo de militantes carentes de identidad ideológica porque sólo profesan la fe que dicta Andrés Manuel López Obrador.

 

Finalmente Basave Benítez no es ajeno al trabajo en escenarios de la izquierda y las tribus que nada tienen de izquierdistas pero sí de pequeñas empresas que han vivido del cártel de la oposición perredista en gobiernos estatales, municipales, congresos locales y en el Congreso de la Unión.

 

La pregunta es si éste académico de carrera podrá cumplir esa meta de evitar que el Partido de la Revolución Democrática caiga en fases terminal en los comicios del año entrante, y que se consolide como la opción de la auténtica izquierda propositiva e incluyente que en las jornadas rumbo al relevo presidencial en 2018 dé la pelea en las urnas a sus dos principales contendientes, es decir, el PRI y el PAN.

 

Basave habla de un golpe de timón en la relación del PRD con el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero igual encuentra resistencias entre los grupos de poder del Sol Azteca para emprender alianzas estratégicas con el Partido Acción Nacional. No, no es sencillo dialogar, negociar y pactar con las diferentes tribus.

 

Porque, estará usted de acuerdo, apenas anunció una especie de purga en el PRD y de inmediato hubo críticas y descalificaciones contra sus propuestas, porque el PRD en su corta existencia lleva en su ADN la mezcla del priismo del siglo pasado y los protagonismos de corrientes izquierdistas que se acostumbraron a la negociación con otros institutos políticos para mantener cotos de poder.

 

Ángel Heladio Aguirre Rivero, Gabino Cué Monteagudo y Rafael Moreno Valle Rosas, son ejemplos de las alianzas que poco o nada le significaron beneficio al PRD y, en cambio, dañaron su imagen, la desacreditaron en forma tal que, en Guerrero, lo arrasó el PRI, mientras en Oaxaca todo indica que, quien sea el candidato priista, el tricolor volverá al Palacio de Gobierno.

 

Lo cierto es que quienes apuestan a la desaparición del PRD, que pierda el registro y se vaya al limbo político junto con el PT, seguramente tienen la mirada puesta en la alianza o el pago de favores con Andrés Manuel López Obrador. Y se vale porque es el juego que todos jugamos.

 

Empero, Morena no tienen ese sello de la izquierda; es, el partido propiedad de López Obrador, un vehículo para captar prerrogativas que financien el sueño de poder del tabasqueño hasta 2018.

 

Y el sistema de partidos políticos en México no puede darse el lujo de quedarse sin un instituto que, margen aparte de sus diferendos domésticos, tiene más identidad con la izquierda que el PT, Movimiento Ciudadano y Morena.

 

La izquierda perredista es una especie de mal necesario que, a fuerza de tropiezos y luchas intestinas, ocupa un sitio importante en la estructura política nacional. Por eso, la tarea de Agustín Basave debe enderezar baterías para enfrentar a los enemigos que militan en el PRD y a los prohombres de éste que buscan influir en la conducción y hacerse socios más que militantes.

 

No conviene al país quedarse sin el PRD, porque en el juego de las corrientes políticas ésa izquierda, con las condiciones propias de su integración, es necesaria. ¿Morena? Respetable su postura y doctrina, pero fuera de López Obrador y el vicepresidente del consejo de administración, Martí Batres Guadarrama, no hay políticos de consolidada trayectoria y, sobre todo, experiencia; el ejemplo más evidente es la bancada de Regeneración Nacional en la Cámara de Diputados donde no se ponen de acuerdo y discrepan en torno de temas del momento como el de la discusión en torno a la despenalización de la marihuana.

 

Basave necesitará de apoyos más allá de la cúpula perredista. Y sin duda los tendrá de quienes respaldaron y negociaron su unción en el mando nacional del PRD. Digo.

 

 

MIÉRCOLES. Esa demanda del vicepresidente de la Cámara de Diputados, Alejandro Ojeda, para llamar a cuentas a Fausto Lugo, secretario de Protección Civil del gobierno capitalino, y explique la supuesta negligencia con la que ha actuado frente a los deslaves en Santa Fe, tiene el tufo de un ajuste de cuentas entre perredistas. Conste.

 

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Basave y la causa perredé

 

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