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Dicen los que saben, que en este affaire en que se convirtió la propuesta para la enésima reforma electoral, pero ésta con dedicatoria, quien perdió fue Manlio Fabio Beltrones. Nada más alejado de la realidad.

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

Cuestión de leer el mensaje. Manlio consideró importante emprender esa reforma que pusiera orden en el tema de los tiempos oficiales de promoción política y, de pasada, reconstruyera el andamiaje que se rompió con la más reciente enmienda a la ley electoral que acabó con un negociazo en la compra de espacios de propagada en los medios electrónicos, especialmente los de televisión. Y éstos, los del llamado poder fáctico entendieron que no era la tragedia nacional ni mucho menos un mal que durara cien años.

 

Para nadie es un secreto que, ponderadamente, 70 por ciento del presupuesto aprobado por el Instituto Nacional Electoral, cuando IFE, se encauzaba a la facturación de las televisoras; el resto se distribuía en plan decreciente entre los llamados medios nacionales que suelen trampear los números de circulación y de ahí hacia los que se consideran parte de la prensa marginal, cuya razón de ser poco a poco asimilan los genios de la comunicación oficial.

 

El caso es que, merced a una rendija legal, Andrés Manuel López Obrador emprendió una campaña en la que supuestamente promovía las bondades de simpatizar y sumarse a la causa de Movimiento de Regeneración Nacional, cuando en realidad oficializó su campaña personalísima como la opción más viable en las urnas en 2018 para ser elegido Presidente de la República.

 

Morena, partido de un solo hombre ha tenido manga ancha en esto de interpretar los tiempos oficiales. En el caso de Ricardo Anaya, con ciertos matices, también ha aprovechado esa rendija legal y en sus promocionales no vemos a un legislador o integrante de la dirigencia nacional que salga a cuadro con un mensaje en el que pondere al PAN.

 

Pero, bueno, la propuesta de Manlio se entendió sin duda alguna con dedicatoria a López Obrador y, de pasada, a Ricardo Anaya, aunque el dirigente nacional del PRI negó que así fuera cuando el tema ya había tomado matices de un pleito de lavaderos en el que Margarita Zavala Gómez del Campo fue zarandeada por López Obrador y la esposa de éste, Beatriz Gutiérrez Müller, con una iracunda respuesta de Ricardo Anaya que fue personal contra Andrés Manuel.

 

¡Vaya!, la piedra que Manlio lanzó a la multitud para ver quién acusaba la descalabrada o por lo menos el raspón provocó este affaire de lavadero en el que los epítetos como cobarde y poco hombre menudearon en las declaraciones despectivas, con el riesgo de que la señora Müller alzara la voz y le dijera a Margarita “no te metas con mi marido”. Pero Margarita, ecuánime, evitó el encontronazo y su respuesta ha sido simple y personal: “Quiero ser Presidenta de México” y si no es por el PAN, pulsa la vía independiente.

 

¿Perdió Manlio? Bueno, si perder es haber logrado que Andrés Manuel se victimizara como suele hacerlo y que el PAN asumiera el tema como asunto personal, entonces Manlio es el gran perdedor.

 

Lo cierto es que la propuesta del presidente del CEN del PRI tiene otros alcances que no transitan por la segunda vuelta electoral, pero sí privilegian el respaldo a las candidaturas independientes como un acicate a los partidos que paulatinamente pierden razón de ser y se han convertido en meras agencias de colocaciones o entes públicos para saciar apetitos de poder personal.

 

Las candidaturas independientes decantan a los partidos políticos. Dos ejemplos demuestran que tal independencia no existe ni mucho menos hay evidencia de que sean “ciudadanos” que de pronto se sintieron llamados por las voces de la democracia para lanzarse al escenario electoral. Ni Jaime Rodríguez “El Bronco” ni Manuel Clouthier Carrillo son políticos de generación espontánea, salvo Pedro Kumamoto que llegó al Congreso de Nuevo León gracias a una singular campaña, ésta sí ciudadana; Jaime fue priista y Manuel panista, peleado con Josefina Vázquez Mota y Gustavo Madero.

 

En este tenor, hay que observar el caso del estado de Chihuahua, donde el gobernador César Horacio Duarte Jáquez tiene en sus manos la posibilidad de construir una candidatura independiente con la senadora Graciela Ortiz González, cuya carrera política, decíamos en otra entrega, ha sido favorecida por las relaciones políticas más que merced al trabajo de campo, con las bases. Cuando ha hecho campaña, ha perdido sin posibilidad de litigar en tribunales electorales.

 

Este viernes, precisamente, la senadora rendirá su tercer informe de labores como sólo suelen hacerlo quienes buscan una gubernatura, faraónicos actos en los que el nivel de invitados especiales orienta preferencias o, por lo menos, da indicativos del tamaño de las relaciones política y personales. La senadora declaró a media semana que no esperaba la asistencia de Manlio Fabio Beltrones, el líder del partido en el que milita y le ha dado la posibilidad de encumbrarse a grado tal de estar en la posibilidad de pelear la candidatura al gobierno de Chihuahua, aunque ha dicho que no está en las preferencias del góber Duarte Jáquez.

 

Y la senadora sabe que tiene enfrente a dos personajes con respaldo de primer nivel, como su compañera de bancada, Lilia Merodio Reza, quien  tuvo casa llena e invitados de pedigrí en el acto celebrado el domingo 18 de octubre, cuando rindió su tercer informe de labores. Aunque habría que preguntar por qué no fue Emilio Gamboa Patrón a ese acto al que sí asistió Miguel Barbosa, por ejemplo.

 

El hecho es que la senadora Graciela Ortiz presentará este viernes 27 a las cinco de la tarde en el Centro de Convenciones y Exposiciones de Chihuahua, la capital, con capacidad para 4 mil 500 sillas. ¿Las llenará? Como sea, la ex lideresa del PRI chihuahuense tendrá la posibilidad de declarar públicamente que se anotará en la contienda interna en busca de la nominación priista al gobierno del estado.

 

Y, después de la primera quincena de diciembre próximo decidirá si, consecuencia de las fuerzas que le cerrarán el paso a la nominación tricolor, decide ir por la candidatura independiente, como la ha expuesto públicamente, en Hidalgo, Gerardo Sosa Castelán, quien enfrenta a una seria pléyade de malquerientes.

 

¿Perdió Manlio con su propuesta? No, simplemente franqueó el paso para depurar al PRI, dar acceso a los ciudadanos que simpaticen con el tricolor y dejar las cuotas de poder en el armario. Algo que el resto de los partidos están en posibilidad de hacer pero se niegan a emprender por temor a la estampida.

 

¿Se irá del PRI la senadora Ortiz? Bueno, ya en su momento lo hizo Mario López Valdez cuando era senador del PRI, renunció al partido y abrazó la nominación del PAN para ganar la elección de gobernador de Sinaloa. Manlio sigue considerándolo priista y, además, amigo personal. Pero este viernes, no estará en el informe de labores de la senadora Ortiz, quien por lo demás anda en campaña desde hace rato, con espectaculares y promocionales en los que aparece –photo shop por supuesto—sonriéndole a la ciudadanía que voltea a verla y lee el slogan “Con resultados, un nuevo rumbo para Chihuahua”. ¿Será? Digo.

 

VIERNES. ¡Ah!, por cierto, las senadoras Ortiz y Merodio saben quién es Enrique Serrano Escobar y sus alcances para suceder a César Horacio Duarte Jáquez. Conste.

 

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¡Chihuahua!, independientes y el pleito de lavaderos

 

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