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Es probable que los nombres de Christian Martín Lujano Nicolás, Omar Fabricio Montaño Figueroa, Héctor Melesio Cuén Ojeda y Antonio Mota Rojas no estén fijos en la memoria política colectiva. Sin embargo, tienen características que se instalan en los nuevos escenarios que demanda el relevo generacional en el Congreso de la Unión.

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

Ocurre como en el caso de Ricardo Anaya Cortés, hoy coordinador de la diputación federal del PAN y que temporalmente cubrió la ausencia de Gustavo Enrique Madero Muñoz en la dirigencia nacional del PAN. Hasta hace poco tiempo era uno de esos jóvenes echados para adelante y que andaban con el ánimo de comerse el mundo a puños. ¿A poco no?

 

Igual ocurre en otros partidos, como en Movimiento Ciudadano con Luisa María Alcalde Luján, ferviente simpatizante de Andrés Manuel López Obrador, tanto que, actualmente diputada federal, renunció a MC y se fue al Morena. Claro, ella trae en la sangre los genes de la política; su madre, Bertha Luján militó en la oposición y hasta dirigió al Frente Auténtico del Trabajo que, en la década de los 80 tenía la característica contestataria.

 

Empero, Luisa María tiene brillo propio y futuro, indudablemente, de mucha influencia en la izquierda. Ya verá usted cómo se las gastará en el momento que acompañe a Andrés Manuel en la tercera campaña por la Presidencia de la República.

 

Hay otros jóvenes, como la priista Ivonne Liliana Álvarez García, quien con 37 años de edad ya fue alcaldesa del municipio de Guadalupe en el estado de Nuevo León, diputada local y senadora. Hoy anda en campaña por la gubernatura de aquella entidad.

 

También están Claudia Pavlovich y Rocío Adriana Abreu Artiñano, jóvenes políticas; la primera como senadora es nominada por el PRI al gobierno de Sonora; la segunda, diputada federal con licencia es candidata del PRI a alcaldesa del municipio de Carmen, Campeche.

 

Son políticos y políticas que despuntan, la generación que ha sacudido a sus partidos de los viejos liderazgos. La oferta que tienen en campaña, viene alimentada de su experiencia y trabajo legislativo. Pero, fundamentalmente, son la sangre nueva que anda en busca del voto, de este sufragio que no se orienta ni sustenta en el cortoplacismo.

 

No es fácil, nada sencillo andar en las plazas, en los barrios y en las colonias en aras de convencer a la ciudadanía de que su propuesta es la mejor. El elector está harto de las mismas caras, las campañas que se alimentan en el desprestigio, que reparten estiércol, denigran y humillan.

 

Por eso, merced a la reciente reforma política que abre espacios a los candidatos ciudadanos o independientes y aplica una especie de referendo con la reelección a partir de 2018, amén de la posibilidad de que prospere la iniciativa de revocación de mandato, los nuevos jóvenes o no del todo jóvenes rostros, políticas y políticos nominados por partidos o de manera independiente, son la opción de un cambio real en el Congreso de la Unión.

 

Y ya verá usted quiénes serán nominadas y nominados dentro de tres años cuando venga la renovación total del Congreso de la Unión, porque en esta contienda del siete de junio sólo se renuevan los 500 diputados federales, con la posibilidad de la reelección.

 

Y este es el punto del cambio generacional y de las nuevas propuestas de los nuevos políticos, de los que sin ser muy jóvenes han transitado por la vía de experimentar la campaña sin los asideros financieros de otros tiempos ni los padrinos que garantizaban triunfos.

 

Reitero, es probable que no le suenen muy conocidos, vaya ni siquiera conocidos, los nombres de Christian Martín Lujano Nicolás, Omar Fabricio Montaño Figueroa, Héctor Melesio Cuén Ojeda y Antonio Mota Rojas.

 

Bien. Unos, jóvenes pero con una carrera que transita hacia el despunte, que se han caracterizado por la talacha política con propuesta, imaginación y, por supuesto, activismo político; otros, como Cuén Ojeda que ha hecho carrera en la academia y de pronto se decidió por la política y fundó un instituto político, el Partido Sinaloense, que permeó entre los electores que estaban hartos de más de lo mismo.

 

Hoy, el Partido Sinaloense tiene un enorme logro: es la segunda fuerza política en Sinaloa y su dirigente, Héctor Melesio Cuén Ojeda, junto con otros dos diputados locales del PAS, despliega tal activismo que se imaginaría producto de una bancada mayor. Son tres, Cuén Ojeda es cincuentón mientras sus compañeros de bancada, Rosario Sánchez Zataraín y Robespierre Lizárraga Otero, son jóvenes.

 

Y, por el lado del PAN, están Christian Martín Lujano Nicolás, quien ya fue diputado local y federal, en la LX Legislatura, y hoy busca volver al Palacio Legislativo de San Lázaro, junto con Omar Fabricio Montaño Figueroa, un joven político que ha hecho carrera en las filas albiazules y hace campaña en la calle, sin mayores elementos que su carisma. Sin duda, ambos rendirán protesta en la sesión de instalación de la LXIII Legislatura federal.

 

Y, en el otro extremo, está el hidalguense Antonio Mota Rojas, quien con carácter de candidato independiente, obtuvo el registro del Instituto Nacional Electoral y anda en campaña. Nueva cara, nuevas propuestas. No es un jovencito, mas tiene carisma y, sobre todo, está despojado de padrinazgos y rollos electoreros. Sin duda son los que serán. Conste.

 

VIERNES. ¿Y ahora qué hacemos con Ángel Heladio? Por cierto, el senador Sofío Ramírez Hernández no conoce el rubor político. Nos leemos el lunes. Buen fin de semana. Digo.

De jóvenes e independientes

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