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Tucson.- La zona más mexicana Tucson, en el llamado “Barrio Viejo”,  vio desaparecer el Museo “La Pilita” que muestra la historia  sobre raíces, primeros pobladores, fotografías, archivos y narrativas orales que exponían las tradiciones de esta antiguo suelo que perteneció a México.

 

Ubicada a unas cuantas calles del Consulado de México en Tucson y en un medio de una de las zonas ahora con mayor plusvalía por la existencia de casas multicolores de adobe y teja, con jardines con nopaleras y cactus, el Museo “La Pilita” cerró su puertas ante la vorágine inmobiliaria y el nulo interés de las autoridades de Tucson por preservar este recinto cultural y educativo.

 

Después de 15 años de funcionamiento, sus fundadores y directores,  Joan Daniels y Carol Cribbet-Bell, empacaron fotografías, cuadros, mobiliario y archivos, para abandonar la casa centenaria y la cual aún conserva en su exterior los murales que hablan de la historia y fundación de Tucson.

 

The Exodo recorrió el llamado “Barrio Viejo” que mantiene intactas las primeras casas de esta comunidad mexico-americana, que son uno de los principales atractivos de esta ciudad que se debate entre conservar sus tradiciones originales ligadas a México y las políticas antinmigrantes decretadas en Arizona.

 

El también conocido como “Barrio Histórico” está conformado por unas 13 cuadras de casas y misiones de adobe restauradas que fueron diseñadas al estilo de la arquitectura de los años 1870.

 

“Aquí vivíamos pura gente mexicana o de origen mexicano hasta hace algunos años. De pronto el Barrio Viejo se empezó a poner de moda y ahora están llegando muchos americanos a comprar las casas de adobe para remodelarlas”, comentó Don Luis Martínez.

 

Sentado en la entrada de al desaparecido Museo de “La Pilita” indicó  que a mediados de este 2015 fue cerrado definitivamente y con ello “están desapareciendo un espacio de mexicanidad, de tradiciones, dónde se elaboraban las ofrendas de Día de Muertos o simplemente se podían ver fotos de la fundación de Tucson”, comentó el oriundo de Agua Prieta, Sonora y avecindado desde hace 60 años en Arizona.

 

“La Pilita” y su colorido mural muestran el primer afluente de agua que dio vida Tucson hace más de 150 años, una capilla religiosa y la imagen de la Virgen de Guadalupe, los rostros de una mujer y un hombre mexicanos, así como el caluroso desierto y un esqueleto que muestra la tragedia de los migrantes que cruzan por aquí.

 

El Museo recibía alrededor de  6 mil  turistas visitaron cada año y sobre todo era un espacio donde alumnos, sobre todo niños y adolescentes, acudían para conocer la historia de esta ciudad que derrotó al desierto.

 

Durante varios años, los estudiantes de tercer, cuarto y quinto grado aprendieron sobre lugar del barrio en la historia de Tucson, reseñó  historias orales, dieron tours del Museo y funcionó como  tienda de regalos.


El programa educativo traído a vida lenguaje, historia, arte y arqueología para los niños. Incluso escribieron libros sobre historia y folclore del barrio. "Este barrio estaba en transición enorme, y se perdieron esas historias”, lamentó  Daniels.

 

En el sitio son la fuente de agua original para Tucson y lo fui hace tiempo calle de Tucson. El barrio circundante fue el sitio del primer viaje de avión en Tucson y la primera película en Tucson.

 

También es el lugar donde se detuvo el movimiento de renovación urbana de la década de 1970 que demolió gran parte del barrio.

 

La exhibición del museo principal incluía mapas del barrio en sus diferentes épocas.  Ahora esta parte del centro de la ciudad está viendo una nueva ola de desarrollo, pero La Pilita  no podrá ya contar este nuevo capítulo de la historia de Tucson.

Desaparece “La Pilita” de Tucson

Por Portal The Exodo/Luis Rodríguez

 Vanguardia Digital

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