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En temporada electoral, perredistas distinguidos y en el poder proceden con cautela. Evitan meterse en honduras con el magisterio beligerante.
Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon
Y abogan por el diálogo como solución que hace rato dejó de tener esa característica entre las huestes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y el gobierno federal, para atemperar el conflicto provocado por la Reforma Educativa que trastorna intereses políticos y económicos de un puñado de docentes que se transformó en adalid de la democracia selectiva.
Y es que, a este magisterio, la suerte de millones de escolapios le importa un bledo, los han abandonado para dedicar tiempo completo a lo que llama lucha justa y democrática, contra el interés oficial que busca imponerles un nuevo modelo educativo que obliga a capacitarse, actualizarse y, sobre todo, trabajar.
Es posible que tengan razón en ciertos puntos de su recurrente, maleable y manipulador pliego petitorio que enarbolan por las calles y frente a quien o quienes quieran escuchar a sus líderes, pero en términos generales los maestros que abandonan a sus grupos para marchar por las calles céntricas de la ciudad de México, lo desconocen.
Y es cierto, los mecanismos que entraña la Reforma Educativa para conseguir la colaboración del magisterio en aras de consolidarla, tienen la virtud de ser de corte burocrático, mecánico y reiterativo que en poco o nada ayuda a dinamizar la impartición de educación en el nivel primaria y con reservas en el de secundaria. Mete a los profesores de grupo en honduras ambivalentes, es decir, hay duplicidad de tareas, por ejemplo, en la aplicación del curso y su evaluación.
Por eso, en ése ámbito procede algo más que el diálogo, algo que los tecnócratas de la Secretaría de Educación Pública y sus filiales en el interior del país no tienen: sensibilidad que da la experiencia de estar –porque nunca han estado-- frente a un grupo de escolapios de la sierra oaxaqueña o de los barrios pobres de la capital del país, por citar un par de casos.
Se trata de poner orden; imposible continuar en esa anarquía prohijada por la CNTE y autoridades que la permitieron por más de dos décadas.
¿Dialogar con la dirigencia de la CNTE? Ese grupo cerrado que controla al magisterio disidente no quiere diálogo. Se ha visto en todas las entrevistas que han sostenido, incluso, con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, que más que diálogo lo que les viene a modo es que la autoridad federal acepte, incondicionalmente, sus demandas. Y luego echarse a la hamaca.
Y, bueno, estará usted de acuerdo en que ese puñado de sedicentes demócratas que controla a la CNTE, no ha expuesto un solo compromiso ni siquiera la posibilidad de reducir sus demandas que, por ende, dan la razón a quienes los llamamos fundamentalistas.
En esas condiciones, desde hace rato era previsible cómo debería desembocar el conflicto: El golpe dado a la estructura dirigente de la Coordinadora, con la aprehensión de un primer grupo de sedicentes maestros identificados plenamente, como cabeza del vandalismo desatado en el estado de Oaxaca y, especialmente, en la capital oaxaqueña convertida en su bastión que ha cuestionado severamente al PRD, espacio por el que coló su interés Andrés Manuel López Obrador.
Oaxaca es una de las doce entidades que en junio del año entrante registrará en las urnas el tipo de gobernador que sus ciudadanos decidirán.
Y el PRD aspira a mantenerse en el poder en Oaxaca y avanzar en otras entidades como ha ocurrido recientemente en Michoacán, cuya gubernatura recuperó merced al voto ciudadano que se fue por el menos peor y recuperó el bastión que tuvo durante doce años, tiempo en el que los gobernadores de filiación perredista, Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy, sumieron a la entidad en una severa crisis que tuvo su máxima y grave expresión con el crimen organizado que se infiltró en todas su estructura estatal y municipal.
Por eso se entiende que Francisco Martínez Neri, con toda su experiencia en estos asuntos, obtenida cuando fue rector de la Universidad Benito Juárez de Oaxaca, y actual coordinador de los diputados federales del PRD, considere a las detenciones de personajes que en las marchas de la CNTE azuzaron y participaron en el vandalismo, como actos intimidatorios y asegure que es muy grave que haya maestros en la cárcel.
Martínez Neri plantea “hacer las cosas de otra manera para el beneficio de la educación en el país y que antes de recurrir a más detenciones de maestros se agote el camino del diálogo”. Sin embargo, asume:
“No dudo que haya algunos actos delictivos, no lo dudo. Pero lo que no puedo dejar de entender es que el gobierno trama una serie de hechos para poder encarcelar a sus opositores y no me extrañaría que hoy esté ocurriendo algo similar”.
Bueno, Juan Carlos Orozco Matus, Othón Nazariega Segura, Efraín Picazo Pérez y Roberto Abel Jiménez, parecen todo, todo menos maestros que, en esa tramposa referencia de Martínez Neri, cometieron “algunos actos delictivos”.
Y, bueno, sin ánimo de ofender al sentido común de mis tres lectores, no es tanto que estos maestros sean opositores al gobierno de Peña Nieto y por esa razón estén confinados en el penal del altiplano.
No, son vándalos, personajes que, como fueron captados por cámaras de seguridad, no protestaban, no llevaban mantas, no marchaban como el resto de los centistas. No, éstos quemaban inmuebles, saqueaban oficinas, cerraban acceso a una refinería. Vaya, incurrían en delitos que se castigan severamente.
Haberlos dejado libres implicaría estupidez de la autoridad, debilidad o muestra de impunidad complaciente. Por eso el PRD es cauto, por eso, incluso, el gobernador de Michoacán, el perredista Silvano Aureoles Conejo, dice tener conocimiento de que hay bastantes denuncias en contra de representantes sindicales del magisterio y que podrían ser detenidos por la Procuraduría General de la República (PGR) como ocurrió en Oaxaca, con dirigentes de la CNTE,
Dice que hay órdenes contra centistas michoacanos, “y bastantes porque es el mismo caso de Chiapas, es el mismo caso de Oaxaca y Gurrero; ya empezaron en Oaxaca con las detenciones y entiendo que van por lo menos por otros 30 líderes más”.
Empero, refiere que no le gustaría que se pudieran dar estas aprehensiones porque tensarían aún más las cosas; por ello la importancia de trabajar de manera política. O lo que es lo mismo: aplíquese la ley pero nomás tantito; permítase que desmadren todo a su paso, pero en lugar de encarcelarlos, dialoguen con ellos. Sí, pues, chance y los convencen que sean poquito vándalos. ¿Diálogo? Digo.
LUNES. Una oración por los que se nos adelantaron. Conste.
¿Diálogo con la CNTE?