De la reaparición del ex fiscal especial Pablo Chapa Bezanilla como miembro del reparto principal del enésimo escándalo de injusticia que tiene como actores a agentes aduanales del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, policías federales y funcionarios de la Procuraduría General de la República, dirían los clásicos que rompió el silencio.
Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
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Hacía bastante tiempo que el “abogado” transitaba en bajísimo perfil como litigante. Dice que su despacho no atiende asuntos de narcotráficos, pero hay una versión de hace unos años, cuando tuvo un accidente en carreteras del estado de Morelos –estrelló un lujoso Ferrari--, en la que se refiere que se dedicaba a defender a presuntos miembros del crimen organizado. Y no sería raro.
Es posible que Chapa diga la verdad y ahora se gana la vida litigando asunto de viudas y abuelitas endeudadas, divorcios, bautizos, confetis y serpentinas. Vaya, que incluso se ha vuelto una especie de filántropo de la abogacía, tanto que por defender a la joven bailarina Lilia Angélica López Negrete cobraría la friolera de 150 mil pesos, los que usted y yo nos ganamos en una mala semana laboral.
Sin embargo, mire usted, tal vez por mezquindad, que se le da sin reparos, o porque anda escaso de recurso fresco, piensa en emprender una demanda contra Jorge López Montes, padre de Lilia Angélica, porque lo relevó del caso y, con ello, violentó el clausulado que le obliga a pagar cien por ciento el monto acordado, del que sólo le entregó miserables 50 mil pesos.
¡Ah!, pero dolido, en una poco ética –por usar un eufemismo—declaración a Ciro Gómez Leyva, el “abogado” aseguró que de plano él tiene sus dudas respecto de la inocencia de Lilia Angélica, presa en el penal de Santa Martha Acatitla, al oriente del Valle de México. Y hasta se dio el lujo de hacer púbicos detalles que meten ruido al caso.
No es extraño el proceder de Chapa Bezanilla desde los tiempos en que despachaba como jefe de Averiguaciones Previas de la Procuraduría General de Justicia en la delegación Gustavo A. Madero, donde se hizo famoso por fabricar delitos y, por ende, delincuentes.
Un cargo similar, pero como jefe aunque gris tirándole a gris Oxford, ocupó en la PGR y, cuando en diciembre de 1994 se aprestaba a entregar el cargo, se sacó la lotería una vez que el abogado Juan Velásquez lo recomendó para ocupar el de fiscal especial de los casos Colosio, Ruiz Massieu y Posadas Ocampo, con el entonces procurador General de la República, Fernando Antonio Lozano Gracia, preclaro diputado panista con licencia, en esos días, que se encargó de dar soberano empujón a la PGR hacia a barranca del desprestigio y la inmundicia judicial.
El resto de la historia de Chapa durante dos años como fiscal, lo muestra ambicioso, de sangre fría, experto en recrear escenas que cualquier guionista cinematográfico le envidiaría.
Lo mismo armó una escena en la que Raúl Salinas de Gortari estaba de pie con un bat de beisbol ensangrentado, en la diestra, y tendido en el piso con la cabeza destrozada el entonces diputado prófugo, Manuel Muñoz Rocha, y hasta el hallazgo de una calavera y huesos dispersos en terrenos de la finca El Encanto, rumbos de la delegación Cuajimalpa, que aseguró, con respaldo de Lozano Gracia, eran de Muñoz Rocha. Vaya, hasta la vidente Francisca “La Paca” Zetina dijo que sólo al olisquear una playera supo que era del multicitado legislador, a quien los sabuesos le perdieron el rastro cuando una madrugada salió de Pachuca rumbo a la ciudad de México.
Casualmente, merced a los buenos oficios e influencias de Chapa, Marcia Cano, la viuda de Muñoz Rocha, obtuvo el beneficio de que se descongelaran todas las cuentas de su “extinto” marido y propiedades varias. Un lanal.
Tal vez por eso, porque Chapa Bezanilla se siente exonerado y a salvo de cualquier averiguación previa, es que sin duda presume de sus influencias, los contactos en altos niveles de la PGR y en los juzgados federales, es que el amigo del amigo lo recomendó para atender un caso más de siembra de droga a un estudiante.
¿Por qué Jorge López Montes contrató los servicios de Pablo Chapa Bezanilla para sacar de prisión a su hija Lilia Angélica López Negrete? No cabe duda: quien le recomendó al ex fiscal no le hizo propiamente un favor a su amigo López Montes y mucho menos a la joven Lilia Angélica.
Porque, a reserva de una mejor opinión, lo declarado por Chapa Bezanilla en esa entrevista radiofónica, donde se amplió el tiempo para mostrar y leer parte de la declaración, escrita de puño y letra, de Lilia Angélica, es antiética y evidencia todo, menos que el “abogado” ex fiscal tuviese la pretensión de sacarla de prisión y demostrar su inocencia.
Con eso de que tiene sus serias dudas de que la joven haya dicho la verdad y que ésta habría servido como “mula” para transportar la droga de Colombia hacia México, simple y llanamente demuestra que Chapa Bezanilla es el mismo policía deshonesto con ínfulas de abogado.
Tal vez por eso, porque en el tránsito de su desempeño como “abogado” de Lilia Angélica, a Jorge López Montes le mostraron el currículum del ex fiscal como fabricante de pruebas y acusados, amén de que sin duda esos 150 mil pesos no serían más que un pago de un proceso tendente a ser perdido.
No, no nos equivoquemos, no fue una entrevista la que Ciro le hizo a Pablo. No. Fue un espacio para el lucimiento del “abogado”, para la infidencia y la ruptura de la regla de secrecía de un caso que está en vías –de no ocurrir otra decisión política como ocurrió con el joven Óscar Álvaro—de incoar su proceso judicial.
Sin duda, a partir de esta declaración, los clientes escasearán en el despacho de Pablo Chapa Bezanilla, porque para qué pagar a un sedicente abogado que, en lugar de defenderlos, no dudará en proceder en su contra, a mejor estilo de los tinterillos que alargan procesos para ampliar el monto de sus honorarios.
Bien por la reaparición de Chapa. En la paráfrasis de lo que dijo su entonces jefe Fernando Antonio Lozano Gracia, “nos vamos a divertir”, cuando le informaron que los demandaría Othón Cortés Vázquez, habrá diversión con este par de vengadores justicieros. Conste.
VIERNES. Por cierto, cualquiera que haya viajado a Colombia, sabe del estrictísimo sistema de revisión aduanera, filtros tras filtros de maletas. Algo ocurre en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, entre aduaneros que operan como policías federales y policías federales que hacen las veces de aduaneros. ¿Y los maleteros? Si en los filtros no dejan pasar un pinche perfume en aerosol. Digo.
El “abogado” Chapa Bezanilla