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Tucson, Arizona.- El cadáver de migrante mexicano,  Ildefonso Martínez,  arribó a la Oficina del Forense de Pima una noche fría de abril del 2014. Murió de hipotermia cuando fue abandonado por el “coyote” en el cruce del desierto de Arizona.

 

Fue identificado con el número 12-01000 por la Oficina del Forense de Pima, quien cada año recibe cientos de cuerpos de mexicanos y centroamericanos que intentan cruzar la frontera y que terminan en una bolsa negra, sin ataúd, sin un sepulcro, sin medios para conocer su nombre, su origen e informar a sus familiares.

 

Idelfonso, veinteañero, enfrentó la última aduana migratoria, el desierto, enfundado con  tenis Nike negros, un cinturón de Perry Ellis medida 34 y un reloj Casio. Para los empleados de la morgue del condado de Pima, encargados de investigar el cadáver, fue un caso inusual.

 

No por la forma en que murió --igual que tantos miles de migrantes, tratando de ingresar ilegalmente al país desde México--, sino por la rapidez con que fue identificado. Muchos restos de migrantes aparecen sin identificación, sin ninguna pista que diga su lugar de origen.

 

Y es que cruzar el desierto de Sonora de México a Arizona es uno de los viajes más peligrosos y traicioneros en la tierra. Ello debido a una política que organizaciones no gubernamentales y defensoras de migrantes han denominado “El Efecto Embudo”.

 

La investigadora y profesora de la Universidad de Arizona, Raquel Rubio-Goldsmith comentó a The Exodo que el “Efecto Embudo” se traduce en la construcción de muros a lo largo de toda los 3 mil 600 kilómetros de la frontera entre Estados Unidos y México, dejando cierta libertad en la zona del desierto para que por ahí crucen los migrantes que puedan sobrevivir a este clima mortal.

 

“Los migrantes que sobreviven deben soportar el calor abrasador durante el día, y el frío glacial del desierto en la noche, así como los riesgos de deshidratación, serpientes venenosas y otros animales peligrosos, todo ello durante una travesía de al menos tres días caminando, todo ello sin contar los patrullajes de la Border Patrol”.

 

De acuerdo a un análisis de organización “Brother Towns” a partir de 1995 se detonó un aumento de muertes en la frontera entre Sonora y Arizona, ello debido en parte  a las políticas del gobierno de los Estados Unidos  para aumentar la presencia de la Patrulla Fronteriza e impedir los cruces de inmigrantes.

 

 A mediados de la década de 1990, los Estados Unidos comenzó a aplicar métodos de control nuevos y más agresivos contra la inmigración. El objetivo era disuadir a los inmigrantes clandestinos de emprender el viaje, por lo que es más difícil. El primero de ellos se denominó "Operación Gatekeeper".

 

Su trabajo se centró en el fortalecimiento de la Patrulla Fronteriza al sur de San Diego y empujó los inmigrantes del Este. Medidas similares se siguieron realizando a través de la segunda mitad de la década de 1990 y en la primera década del siglo 21. Estas estrategias incluyen sellar los principales puntos de entrada urbanos en Texas y California, y aumentar los gastos en la frontera de ejecución por un factor de 5, con barreras, vigilancia y agentes de la Patrulla Fronteriza.

 

“El número real de muertes por cruzar la frontera es mucho más alto que lo reportado, ya que la estimación no incluye los cuerpos desaparecidos de migrantes que nunca se han encontrado o recuperado. Aun así, las muertes registradas siguen aumentando”, añade el estudio.

 

Idelfonso Martínez es sólo uno más.  El Forense de Pima, Arizona, registra el mayor número de muertes de indocumentados que cruzan la frontera. En los últimos cinco años más de 1,000 personas han sido encontradas en el desierto  de Douglas, Nogales, Phoenix, Tucson y Yuma al ingresar de manera ilegal a los Estados Unidos. Sólo son los localizados porque de acuerdo a los forenses puede haber miles en esa área inhóspita.

 

Información de la Secretaría de Relaciones Exteriores destacó  que la frontera de Sonora con Arizona se mantiene en el primer lugar con mayor número de fallecidos por este motivo, seguido de Nuevo México y California. Los datos indican que es en Tucson es donde han muerto más, pues de 2010 al 2015 se han contabilizado 715 occisos, seguido de Nogales con 85 y Douglas con 32.

 

Entre los motivos más frecuentes de los decesos se encuentran la deshidratación, el ahogamiento, los accidentes vehiculares, así como complicaciones de salud, hipotermia, entre otros.

 

 

El efecto “embudo”: migrantes sin ataúd de la política migratoria de EU

 Vanguardia Digital

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