El Palacio Nacional recibió por primera a un Jefe del Estado Vaticano quien repasó todos los males que aquejan a México y enfrente de la clase política, de todos los partidos, responsable de la peor crisis de inseguridad, desapariciones forzadas, corrupción, aumento de la pobreza y una disfrazada y no aceptada devaluación del peso.
“Cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte”, soltó el Papa Francisco frente al presidente Enrique Peña, los líderes del Congreso de la Unión, el presidente de la Corte, gobernadores y funcionarios federales.
Cual fariseos, nuestros políticos mexicanos ni se incomodaron por el mensaje del líder religioso, incluso aplaudieron, como si esas palabras estuvieran dirigidas a otros funcionarios, a otra clase política, a otro país, a otro tiempo.
Ahí en el Patio Central de Palacio Nacional se encontraba, gustoso, festivo, lo mismo Jesús Zambrano, líder de la Cámara de Diputados y a quien se responsabilizó de vender, entre otros, la candidatura del alcalde de Iguala, José Luis Abarca, quien a la postre ordenaría la desaparición y posible ejecución de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Lo que el viento a Juárez le hicieron la críticas a Zambrano y al propio presidente Enrique Peña Nieto cuando Jorge Mario Bergoglio aludió temas de corrupción. Varios gobernadores ni se inmutaron a pesar de los escándalos que los persiguen por casos de represión, desapariciones y desvió de recursos. Tal vez pensaron que el Papa se refería a lo que ocurre en Venezuela, en Argentina o en Guatemala.
Entre los fariseos de la clase política mexicana había de todo, variopinto de señalamientos, desde a quienes se les ha vinculado con pederastas, como quienes desgobiernan entidades como el Estado de México donde el feminicidio, las violaciones y desaparición de mujeres “crecen en grande”.
La jornada sabatina del Papa argentino también tuvo señalamientos para la jerarquía católica mexicana, quienes en su mayoría viven como príncipes y que tienen una confrontación protagónica en busca de la cercanía a los empresarios, a los políticos y cada vez más alejados de los indígenas, de los migrantes, de las causas sociales.
De los escándalos de pederastia que han sido solapados y encubiertos, lo mismo por el arzobispo Norberto Rivera Carrera, funcionarios y legisladores, tampoco se acordaron nuestros fariseos festivos. El líder de la Iglesia católica se le olvido su protección al pederasta y fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. Iba feliz como pasajero de lujo del Papa móvil. Mostrando a Bergoglio su gran obra en México.
Norberto Rivera tampoco se inmuto cuando un poco antes en la Catedral de la Ciudad de México, el Papa Francisco les soltó a él y a toda la jerarquía católica mexicana, inmersa en intrigas, en escándalos, en patadas bajo la sotana. “¡Si tienen que pelearse, peléense como hombres, a la cara!”. Tal Cual.
El papa y los fariseos mexicanos
Vanguardia Digital