La Secretaría de Educación Pública tiene dos retos que deberán librar bien en estos días. Ambos se refieren a la Comunicación: la suspensión de la Prueba PLANEA, y la difusión de los resultados de la Evaluación de Permanencia.
En un mecanismo muy confuso de comunicación, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación informó que por falta de poco más de 200 millones, la SEP había decidido suspender la prueba PLANEA 2016. Avalaron esta decisión, señalando que no cambian mucho los resultados de un año a otro.
Poco después, la SEP avisa que sí se llevará a cabo, pero con otra modalidad: la distribuirán a todas las escuelas para que la apliquen. No habrá supervisión, simplemente los docentes podrán saber cómo van sus alumnos. Claro que sin el rigor de un ejercicio analítico de los expertos del INEE, carecerá del valor de medición y estadístico que se esperaba de él.
Si los respetables académicos que integran la Junta de Gobierno del Instituto nos dicen que no es significativa esta posposición, es válido formular varias preguntas.
¿Qué valor tuvo el Calendario de aplicación de evaluaciones que nos presentaron hace meses?
¿Por qué la falta de poco más de 200 millones de pesos obliga a suspender un instrumento de medición que sirve para tomar decisiones sobre el presupuesto de Educación? Parece mucho dinero. Sin embargo, no llega a 8 décimas de un punto porcentual de los 302 mil 986 millones asignados a la SEP.
Es lógico que se generen suspicacias. No es lo adecuado reclamar a la opinión pública cuando manifiesta su descontento con la suspensión, ni exigir que todo reclamo venga acompañado de sustento académico. Ya hemos sido víctimas de decisiones políticas que retrasan el anhelado desarrollo que necesitamos.
Por otra parte, en las próximas semanas se dará a conocer el resultado de la evaluación al primer grupo de docentes que cumplieron con lo establecido en la Reforma Educativa. Allí el reto a comunicar no es menor. Si ya sabemos que ENLACE y PLANEA nos mostraron lo mal que andan nuestros alumnos, es permitido suponer que el resultado de los docentes podría no ser muy diferente.
Sin embargo, habrá de darse a conocer con mucho profesionalismo, porque nadie necesita que la figura del docente quede lastimada con esa información.
Consideremos que fueron 300 mil los de esta primera etapa. Alrededor de la tercera parte del total a evaluar. Empezaron por los que dan clases en zonas urbanas.
Hay voces que señalan que los resultados deberán difundirse incluyendo los nombres de los docentes. Esto despertará polémica, porque son servidores públicos. La transparencia pudiera obligar a que así sea. Por otra parte, es inquietante la idea de que aquellos que salieron con resultados insatisfactorios, si bien deberán recibir la tutoría que los ayude a mejorar, podrían enfrentar la molestia de los padres de sus alumnos, y aun la exigencia de que dejen el aula.
La forma como la SEP y el INEE difundan esta información, deberá ser muy cuidada. La figura del docente debe ser fortalecida. Aun no nos dicen cómo será el acompañamiento para quienes resulten insuficientes. Será un reto mayor.
Mientras tanto… seguimos en espera del Modelo Educativo, la Reforma a las Escuelas Normales y las modificaciones a los materiales y contenido curricular.
En puerta, dos retos para la SEP
Vanguardia Digital