El arte de relatar historias es privilegio de pocos dotados en el oficio periodístico. Ernest Hemingway es uno de estos íconos y en su haber destacan un “Premio Nobel” y un “Pulitzer”; siete novelas, seis recopilaciones de cuentos y dos ensayos; entre sus obras póstumas figuran tres novelas, cuatro libros de cuentos y tres ensayos. Además de cientos de artículos periodísticos, dejó sin publicar tres mil páginas de manuscritos..
Homoespacieros, la motivación de abordar la vida y obra de este célebre periodista y escritor norteamericano, no es por sus innumerables logros, ni sus emblemáticos reconocimientos, es por que retrata al humano verdadero y pensante, al sentimiento embriagante de aquel que entre los toques de un teclado ve alimentado su interno. Aquel, que se vuelve adicto a cifrar sus renglones en un relato, crónica, entrevista, reseña, artículo o nota para volver suyo el momento, ya que de momentos se alimenta la vida.
Es por eso que este artículo está dedicado a ti estimado guerrero de la información, que recordando a Hemingway puedas escuchar su voz o modelar su recuerdo en tu mente, con las palabras que tal vez arengaba en una sala de prensa o en el rincón de un hotel casi devastado a sus compañeros: “Sigan escribiendo. Alguien tiene que contar esta historia; si tienen las agallas de pensar o de inspirarse ¡sigan escribiendo, señores!” Tal vez esto lo decía en medio de una guerra o catástrofe mundial, describiendo el pesar por los muertos, el dolor de los pobres o las voces de los desamparados, por eso es que este personaje evoca la pasión de un periodista.
Los primeros años
"El mundo es un buen lugar por el que vale la pena luchar” Hemingway
Ernest Miller Hemingway nace en Oak Park, un suburbio de Chicago, EEUU, el 21 de julio de 1898. Su padre, Clarence Edmonson Hemingway era un reconocido doctor del poblado y su madre, Grace Hall contaba con cualidades artísticas dentro del mundo de la música, tuvo cinco hermanos (Marceline, Úrsula, Madeleine, Carol y Leicester). Hemingway siempre estuvo en desacuerdo con su nombre, ya que lo asociaba a la obra de Oscar Wilde, titulada: “La importancia de llamarse Ernesto”.
Aunque su madre siempre lo incitó a la música, Ernest disfrutaba más cazar, pescar y acampar con su padre, influyendo en sus gustos por el contacto con la naturaleza, los lugares remotos y aislados. A sus quince años ingresa al colegio “Oak Park and River Forest High School” destacándose en deportes como el boxeo y el futbol americano. En su penúltimo año tomó clases de periodismo y empezó a escribir para el periódico de su escuela llamado “The Trepeze”. Como dato, su primer artículo narra la actuación local de la Orquesta Sinfónica de Chicago.
Terminando sus estudios decide ingresar unos cuantos meses como reportero al Kansas City Star, donde utilizaría frases y párrafos cortos, esencia de sus textos.
Estalla la Primera Guerra Mundial.
“Quédate siempre detrás del hombre que dispara y delante del hombre que está cagando. Así estás a salvo de las balas y de la mierda” Hemingway
En 1914 el joven Hemingway decide enlistarse en las filas de los famosos “Arditi” italianos, manejaba una ambulancia y describía la guerra así: “El panorama era desolador, miembros y entrañas por doquier, los gritos de dolor taladraban los ensordecidos oídos”. Dentro de la agitación, el escritor norteamericano fue herido por un proyectil, pero, aun así, rescató a uno de los soldados que pedía ayuda y yacía sin piernas en el suelo. La lesión le provocó que tuviera de por vida una placa metálica en un hombro, pero fue condecorado con dos medallas: la “Medaglia d´ Argento al Valore Militare” y la “Croce di Guerra”.
Mientras se restablecía en el hospital de la Cruz Roja de Milán, conoció a su primer amor, la entonces enfermera Agnes von Kurowsky, siete años mayor, a la cual le propuso matrimonio y tenían planeado casarse en Estados Unidos. Pero en marzo de 1919, Agnes le escribe diciendo que ya se había comprometido con un oficial italiano, lo que provocó que Ernest adquiriera el patrón de abandonar a sus mujeres antes de que ellas lo hicieran.
Pero el amor llegaría en 1920 al conocer a Hedley Richarson que visitaba a la hermana del compañero de habitación de Hemingway en Chicago. Se casarón el 3 de septiembre de 1921 y se incorporó de nuevo al periodismo como corresponsal del Toronto Star, en Europa.
Corresponsal en Europa (París).
“Un idealista es un hombre que, partiendo de que una rosa huele mejor que una col, deduce que una sopa de rosas tendría también mejor sabor” Hemingway
El recién corresponsal americano, no tardó en integrarse al maravilloso mundo francés, reuniéndose en la casa de la célebre escritora Gertrude Stein, donde acudían grandes literatos y pintores de la postguerra, como lo son: Picasso, Francis Scott Fitzgerald y Jean Cocteau. Stein, quien apoyó al joven escritor y fue la madrina de su primer libro, y de su primer hijo.
La obra inicial de Hemingway fue “Tres historias y diez poemas”, en 1923, a la que siguió en 1924 “En nuestro tiempo”. En 1925 realizó el borrador de “Fiesta” en Schruns, Austria, donde conoció a Pauline Pfeiffer, musa por la que dejaría a su esposa Hedley. En 1926 se publican “Fiesta”, “Torres de primavera” y “El sol también se alza”, novelas que describían a la generación de la postguerra.
Una gran pérdida (Cayo hueso, Florida).
“Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar” Hemingway
Para 1927 Ernest se divorcia y se casa con Pauline en mayo. En este mismo año escribe una colección de cuentos llamada “Hombres sin mujeres”. La recién pareja decide viajar a Kansas City donde nace su hijo Patrick en 1928, después de esta gran alegría, preparándose para regresar a su nueva casa en Florida, Hemingway recibe uno de los peores golpes de su vida, por medio de un telegrama le avisan que su padre se había suicidado.
Después de este trágico incidente empieza a trabajar en “Adiós a las armas”, novela sobre la guerra de 1914, que finalizó en 1929. En esa época se enfoca en “Muerte en la tarde” un gran ensayo sobre la tauromaquia, concluyéndolo en 1932. El siguiente material que publicó llegaría hasta 1935 con “Verdes colinas del África”. Durante este periodo también produjo su décima obra “Tener o no tener” publicada en 1938, misma que realizó dentro de la Guerra Civil Española.
La Guerra Civil Española y Cuba.
“Es una guerra civil. El hermano pelea con el hermano” Hemingway
En España, Hemingway como corresponsal de guerra por la North American Newspapers Alianza se reúne con la escritora Martha Gellhorn, de la cual se enamora. Para muchos biógrafos, Gellhorn fue el amor de su vida, ya que logró involucrarla en su estilo para escribir, la moldeó a su carácter y la colocó como su mejor obra. Durante la Guerra Civil escribió su única obra de teatro “La quinta columna y los primeros cuarenta y nueve cuentos”, entre bombardeos en el cuarto de un hotel y con su nueva musa desnuda en la cama.
Para 1939 el encumbrado escritor decide vivir en Cuba con Gellhorn, en una residencia llena de gatos. Gellhorn. quien lo inspira y a quien dedica “Por quién doblan las campanas”, que a juicio de muchos y del mismo autor, es su obra maestra. En 1941 viaja a China acompañando a su nueva esposa, después de divorciarse de Pauline un año antes, para cubrir el conflicto en este país.
La Segunda Guerra Mundial y un nuevo divorcio.
"Los ojos que han contemplado Auschwitz e Hiroshima nunca podrán contemplar a Dios” Hemingway
Quitándole el puesto a su esposa en 1944, Hemingway se vuelve corresponsal de la famosa agencia de noticias “Collier’s”. Participó como agregado en el tercer ejército, pero aburrido de sólo observar, se incluyó en el Regimiento, tomó las armas y luchó contra los nazis. En 1947 fue galardonado con la “Estrella de Bronce” por los servicios prestados.
Tiempo después en Londres conoció a Mary Welsh, corresponsal de la revista “Times” provocando un nuevo divorcio… y lógicamente otro matrimonio.
Los galardones.
“Escribir es como ir a misa, Dios se molesta si no lo haces” Hemingway
En 1946, en Venecia, crea la obra “Más allá de del río y bajo los árboles”, novela de amor y muerte. En 1952 creó el libro titulado “El viejo y el mar” que le llevó a ser galardonado con el “Pulitzer 1953”, premio que lo posicionó como una celebridad internacional.
Para el año 1954 el reconocido escritor norteamericano sufre dos accidentes aéreos y un incendio dejándolo gravemente herido. Como lo describiera el escritor Malcom Cowley: “Hemingway tiene cicatrices desde la punta de su cabeza hasta la planta de su pie derecho. Podría decirse que la historia de su vida está grabada en su cuerpo”.
En octubre de este año recibe el mayor reconocimiento, el “Premio Nobel de Literatura”. Como se encontraba en cama, envió su discurso a Estocolmo, donde en sus palabras reflejaba la fría daga de la soledad y el pago de su profesión, expresando: “Escribir, en su mejor momento, es una vida solitaria. Mientras un escritor crece en estatura pública como vierte su soledad y a menudo su trabajo se deteriora. Porque hace su trabajo solo y si es un escritor lo suficientemente bueno, debe enfrentar la eternidad, o la falta de ella, cada día…”
Los oscuros últimos días.
“Tomó todo su dolor, lo que le quedaba de su fuerza, y su orgullo que había perdido hacía mucho tiempo y lo enfrentó a la agonía del pez. Y este se viró sobre su costado y nadó suavemente de lado, tocando casi con el pico la tablazón del bote y empezó a pasarlo: largo, espeso, plateado y listado de púrpura e interminable en el agua” El viejo y el mar.
Con un aturdido Hemingway por los diversos accidentes, alcoholismo, emociones extremas, mujeres, parrandas, dolorosas imágenes de guerras, pérdidas de amigos escritores, entre otros muchísimos acontecimientos, el también llamado “Byron norteamericano” sucumbió ante las enfermedades físicas y mentales, con tratamientos electro-convulsivos y una lucha contra la diabetes que empeoraba cada día a finales de la década de los 50´s.
Pero un guerrero, un apasionado y un amante de la letra no se da por vencido tan fácil; en 1960 publica su última obra “Poemas completos” y trata, aunque un poco vago, de realizar “París era una fiesta”, pero la depresión ganó la batalla. En la madrugada de 2 de julio de 1961 Ernest Hemingway tomo su escopeta favorita, se sentó frente al vestíbulo de la entrada de su casa, apuntó su arma dentro de su boca y jaló del gatillo. Aunque el médico que atendió al gran Hemingway dijo que fue un accidente, tiempo después Mary Welsh comentó en una entrevista que la verdad fue que se suicidó.
Los libros que se publicaron póstumamente incluyen “Paris era una fiesta” (1964), “Enviado especial” (1967), “Primeros artículos” (1970), “Islas en el Golfo” (1970) y “El jardín del edén” (1986).
Con esta breve semblanza, de uno de los grandes maestros del periodismo mundial, pienso que la pluma es el único aliado para luchar una batalla épica con uno mismo. Descubrí que sólo las propias debilidades son los verdaderos obstáculos, porque ahora me doy cuenta que luchar con el bolígrafo en mano ha sido uno de los mejores regalos que he recibido. El para qué, esa, esa es la encrucijada, la mejor respuesta que tengo es “para vivir”, para saber que detrás de los párrafos se encuentra la mujer, la aventura, los amigos, el esfuerzo y eso estimados homoespacieros, no se paga ni con todo el oro del mundo.
Si deseas conocer más acerca de este emblemático personaje te sugerimos que lo leas o bien puedes despertar tu interés con la película “Hemingway & Gellhorn” protagonizada por Nicole Kidman y Clive Owen.
“Siéntate frente a tu máquina de escribir hasta que sangres. ¡Métete al Ring! Demuestra de lo que estás hecho, y comienza a tirar unos cuantos golpes por lo que crees” Hemingway & Gellhorn.
Amigos, los invitamos a escuchar las cápsulas homoespacieras dentro del programa “La otra frecuencia” en Radiorama 1530 AM, que se transmite todos los miércoles de 20:00 a 21:00 horas.