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Hace ocho días, el presidente Enrique Peña Nieto y su secretario de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, perdieron la oportunidad de recuperar un poco de aceptación, que no popularidad, entre los mexicanos que viven fuera de la burbuja de las cosas buenas que no se cuentan.

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

Del fallecimiento de Juan Gabriel se ha hablado y escrito con vastedad. Y, en este escenario de cierta recurrencia cuando las estrellas populares mueren, las cadenas de televisión, las radiodifusoras y, en fin, todos los medios de comunicación suelen ser la vía para acercar a los dolientes con sus ídolos. Es un ejercicio elemental de comunicación; mal haría quien soslayara esa veta informativa. Y no hay nada de extraño.


Pero, cuando la autoridad federal, la que fue elegida por el voto popular y su equipo se pasma por cierto prurito o mal entendida exquisitez porque quien falleció no es precisamente un personaje que haya estado en su circuito, entonces lo que se presumía ausencia de sentido común, se confirma irremediablemente.


¿Por qué sólo dos mensajes vía twitter con espacio de un minuto? Evidente, el responsable de la cuenta de twitter del Presidente sólo pudo reaccionar de esa breve forma en un domingo en el que la Presidencia de la República debió haberse puesto al frente de la situación como ha hecho en otros casos en los que ofrece el apoyo que se requiera.


“Una voz y un talento que representaban a México. Su música, un legado para el mundo. Se ha ido muy pronto. Que descanse en paz”. Fue el primer mensaje que supuestamente envió personalmente Peña Nieto. Y, un minuto después envió el segundo:


“Lamento la muerte de Juan Gabriel, uno de los grandes íconos musicales de nuestro país. Mis condolencias a sus familiares y amigos”.


¿Y? Habrá quienes considerarán que con ello el Presidente cubrió la cuota oficial previa a las exequias que se avecinaban. Sin duda; pero quien había fallecido el último domingo de agosto, tenía la talla de un personaje que requería la atención oficial, en el nivel de icono como lo calificó Enrique Peña Nieto.


Hasta el día siguiente y víspera de la celebración del cuarto informe de gobierno, en actos públicos el Presidente ofreció sus condolencias, lamentó el fallecimiento del Divo de Juárez, pero en su ámbito de influencia no atendieron a la agenda luctuosa porque estaban entretenidos en los preparativos de la visita del señor Donadl Trump, quien anunció su viaje a México –ocurrido el miércoles 31 de agosto—antes de que lo hiciera la oficina de prensa de la Presidencia de la República.


Vaya, hasta la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, desconocía que se había pactado esa visita de Trump –negociada desde la oficina de Luis Videgaray Caso--, la canciller andaba en Wisconsin, según se supo, en la apertura de un nuevo consulado, en abono de los que ha cerrado en los doce meses que lleva en el cargo. En fin.


El caso es que los asesores, la oficina Comunicación Social, el vocero y, vaya, todo el equipo que se presume arma la agenda de política y medios del presidente Peña Nieto, no atinó siquiera en redactar un comunicado de prensa en el que, amén de las consabidas condolencias, abriera el espacio de las vías de ejercicio político y social para contactar a los deudos y emprender una tarea que se tardó una semana en celebrarse, es decir, el homenaje popular con el apoyo oficial, porque simple y sencillamente no hubo pláticas, aproximaciones con los deudos, por lo menos no se sabe públicamente que ello haya ocurrido


Incluso las declaraciones de Rafael Tovar y de Teresa, eterno aspirante a figurar en el jet set nacional, tardó en ofrecer el espacio de Bellas Artes para ese homenaje que, hasta este lunes, se celebrará ante las cenizas del cantautor.


¿Irá el presidente Enrique Peña Nieto? Por lo menos no está en la agenda que Tovar y de Teresa dio a conocer. Además estaría apenas de retorno de China. Habrá, sí, muchos artistas, por supuesto todo la previsión es que Televisa, la empresa que hace poco más de dos décadas vetó a Juan Gabriel, ahora ha tomado la delantera y lleva la agenda de las exequias del cantante originario del estado de Michoacán.


Pero, ¿irán los miembros del gabinete que integran al cártel de los presidenciables? A estas alturas harían bien en evitar la rechifla del respetable que colmará accesos al Palacio de Bellas Artes, donde se instalarán, según se presume, las cenizas de Juan Gabriel.


Por ahí, indudablemente, desfilarán los exquisitos que en privado descalificaron al cantautor cuando se presentó en ese recinto, pero no tuvieron rubor cuando bailaron al ritmo del Noa Noa. ¿Se atreverán a asistir los gobernadores de Chihuahua, César Horacio Duarte Jáquez, y el de Quintana Roo, Roberto Borge, quien lo llamó amigo en su cuenta de twitter?


¿Irá a ese homenaje el exquisito y culto senador panista Javier Lozano Alarcón, a quien sueñan en los accesos de la Sala Nezahualcóyotl, porque sus guaruras cierran la calle para que nadie se atreva a molestar a su jefe? O será que de ese tamaño es el miedo del legislador que aspira a ser gobernador de Puebla, o por lo menos alcalde. No, no creo que vaya a darse un baño de pueblo.


Bueno, pero el que ya se montó en la cresta de las exequias de Juan Gabriel y quizá en un exceso de oportunismo acuda al homenaje, es el chihuahuense Duarte Jáquez, quien la semana pasada anunció en Ciudad Juárez que el 28 de agosto de cada año será algo así como El Día de Juan Gabriel, porque en esa fecha se entregará la “medalla Juan Gabriel al mérito artístico”.


Incluso, el gober banquero, ya en vías de entregar los bártulos al panista Javier Corral, adelantó la posibilidad de crear un festival anual en Ciudad Juárez, parta honrar la memoria del hijo adoptivo de esta ciudad fronteriza.


Incluso, Laura Enriqueta Domínguez, diputada presidenta del Congreso del Estado de Chihuahua, adelantó que se trabaja en la redacción de las bases de la convocatoria y, en sesión solemne, entregará la medalla Juan Gabriel al mérito artístico.


Presume César Horacio Duarte Jáquez que alguna vez Juan Gabriel le dijo: “Alberto Aguilera alguna vez va a morir, Juan Gabriel nunca”. Así o más oportunista. ¿Ya reaccionaron en el gobierno federal? ¿Quién del primer círculo presidencial se atreverá a mezclarse con el pueblo dolido por la muerte de su ídolo? ¿Irá Chayo Robles del brazo de Adela Micha? Digo.
 

 

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Exquisitos y oportunistas

 

 

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