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Fieles a la previsión del senador Emilio Gamboa Patrón, los mexicanos podemos decir que fue terrible, terrible que la candidata demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, haya rechazado la invitación del presidente Enrique Peña Nieto para tomarse una tacita de café en Los Pinos y, relajadamente y en confianza, frente a frente, evaluar el nivel de las relaciones México-EU y otear un futuro ¿más halagüeño?

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

Y es que, después del encuentro-desencuentro Peña-Trump, el experimentado Emilio concedió una entrevista con Ciro Gómez Leyva en la radio y, en vivo, previó que, si la señora Hillary no aceptaba la invitación de Peña Nieto para reunirse en Los Pinos, sería terrible.

 

Y, ¡sopas!, al arranque de semana la señora Clinton rechazó vía entrevista televisiva en Estados Unidos y no mediante una comedida llamada telefónica, o por lo menos un mail, la invitación del presidente Peña Nieto, quien andaba en China, donde abundó en explicaciones en torno del asunto del muro fronterizo y si lo va a pagar México, o de plano que el señor Trump vea cómo le hace, en caso de que gane la elección y, desde la oficina oval de la Casa Blanca, anuncia la operación cobranza del muro. ¡Vaya!

 

Pero, bueno, igual que el senador Gamboa, las senadoras Graciela Ortiz y Marcela Guerra, al unísono con diputados federales priistas, no han faltado los defensores obligados y oficiosos del presidente Enrique Peña Nieto por aquel affaire tamaño internacional con el candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump.

 

Creen que el tiro de Luis Videgaray Caso fue de precisión y su jefe la hizo bien con miras al futuro mediato.

 

Pero, ¿y si gana la demócrata Hillary Clinton los comicios de noviembre próximo y se convierte en la primera presidenta de la Unión Americana?

 

Por lo menos todos los momios están en esa ruta del triunfo demócrata y, en consecuencia, el primer círculo de Peña Nieto debe estar en la reflexión del futuro de la relación, por lo menos en los próximos dos años, con la administración Clinton.

 

¿Qué operación emprenderán amanuenses y defensores obligados y oficiosos de Peña Nieto y Videgaray Caso, una vez que la señora Hillary rechazó la invitación a entrevistarse con el mandatario mexicano?

 

Dirán, seguramente, que al estilo del Chapulín Colorado, todo lo tenían fríamente calculado. Tal vez y hasta, por sentido común, cuenten con un Plan B para no hacer el papelazo con explicaciones no pedidas.

 

Lo cierto es que la candidata demócrata ha demostrado más inteligencia y tablas políticas que su contrincante Donald Trump quien, después de los dimes y diretes con el presidente Peña Nieto, incluso apoyado por el ex alcalde neoyorkino, Rudolph Giuliani, ha perdido bonos por su fama de mentiroso.

 

Y, después de que buena parte de la opinión pública nacional consideró como un despropósito que, asesorado por su secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, Peña Nieto haya aceptado esa estrategia de invitar a dialogar a los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos, se desató una asesorada y orientada defensa de dicha decisión; incluso consideraron que abonó a favor de los intereses de México. ¿Cuáles?

 

Hubo, incluso, una versión desparramada desde estancos del poder político oficial, en la que se refiere una enfermedad severa que aqueja a la señora Clinton, tanto que le hace perder el sentido de la realidad momentáneamente. Y que dicho mal se agrava y que por ello, el republicano Trump es el seguro relevo de Barack Obama.

 

Sólo que a esa versión le falló un punto: en ausencia de la candidata, el que asume la estafeta es el candidato a la vicepresidencia. Por eso lo inverosímil del dizque reporte médico que circuló entre algunos amanuenses oficiales, con algunas excepciones, que se creyeron a pie juntillas que por esa causa había venido primero Trump a la entrevista.

 

Erraron los asesores palaciegos. Y si fue idea de Videgaray, como se ha reiterado sin un desmentido formal, e incluso con la renuncia no aceptada de la canciller Claudia Ruiz Massieu, entonces hay un grave problema en puerta para la relación México-Estados Unidos, una vez que Barack Obama entregue el cargo.

 

¿Trump Presidente de los Estados Unidos? Nada está escrito, pero de cuándo a estos tiempos un grupo de dizque pensadores con nivel de asesores presidenciales, tiene la ocurrencia de invitar a dialogar a candidatos –así sea a la Presidencia de la nación más poderosa del orbe—con el Jefe de Estado que es el Presidente de la República.

 

Aducen, en descargo del yerro presidencial que, en su momento –julio de 2008-- Felipe Calderón Hinojosa, entonces Presidente de la República, se reunió con el precandidato republicano a la Presidente de Estados Unidos, John McCain, cuya propuesta de construir un muro en la frontera con México no dista mucho de lo apostado por Trump.

 

Como sea, el daño está hecho. La canciller quedó en el nivel de jefa de la oficina de la Secretaría de Relaciones Exteriores porque, aunque se diga lo contrario, no fue informada y menos consultada en esa estrategia de invitar, formalmente y a su espalda, el viernes 26 de agosto a la candidata y el candidato a la Presidencia de la Unión Americana a, digamos echarse un cafecito en Los Pinos y poner sobre la mesa el futuro de las relaciones políticas, económicas y sociales.

 

Trump se ha reído del resultado de ese encuentro y sacó el beneficio elemental de un oportunista. La señora Clinton simplemente dijo que no, que no le entra a esa estrategia sin sentido. Dice que seguirá concentrándose “en lo que estamos haciendo para crear puestos de trabajo aquí en casa, lo que estamos haciendo para garantizar que los estadounidenses tienen las mejores oportunidades posibles en el futuro".

 

Pero, a Donald Trump lo acusó: “creó un incidente diplomático" la semana pasada con su visita a México, en alusión al diferendo que tuvo con el presidente Peña Nieto en torno al muro que se construiría con recursos mexicanos, cuestión que éste rechazó en la entrevista, aunque Trump contó otra historia.

 

Bien, la candidata demócrata está en su derecho. ¿Y el presidente Peña Nieto? ¿Y Luis Videgaray? ¿Y qué tal si gana la señora Clinton? ¡Papelazo!

 

Lo cierto es que, en las horas que han transcurrido desde el anuncio de la candidata demócrata de que no, no viene a platicar con Peña Nieto en Los Pinos, nada terrible ha pasado. ¿Estamos aterrados por la ausencia de la señora Clinton? ¿Es intensamente grave que no haya venido a dialogar con el Presidente? Que Emilio Gamboa nos explique el alcance de su admonición. Digo.

 

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¡Fue terrible!, ¡fue terrible!

 

 

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