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El eufemismo de “híbridos”, definición aplicada a quienes que van de partido en partido en busca de mejores posiciones en esta dizque “carrera política”, mas igual de importante es, el Tlacuache Garizurieta dixit, permanecer en la nómina oficial porque vivir fuera de ella es vivir en el error.

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

Son, al final de cuentas, chambistas cuya estabilidad económica y sueños de poder dependen de estar al servicio de intereses políticos mas no servir políticamente al país, es decir, a una tarea de beneficio colectivo.

 

Estos híbridos, se dan en tierras de temporal, no de agostadero menos generación espontánea. Surgen consecuencia de esos movimientos de ambiciones personales que arrastran, como la flauta de Hamelín, a congéneres de similares objetivos a conseguir pase lo que pase, por encima de cualquier brizna de honestidad y asomo de rubor. La vergüenza es cosmética de la mascarada.

 

En otros espacios les llaman chapulines o trepadores, con mayor acento peyorativo son ubicados como traidores y desleales a una causa, un grupo, un partido. Al final de cuentas, en esto de la carrera por lograr los mejores cargos de selección, decisión, compadrazgo, lamebotas, elección popular o, en fin, chambas de pedigrí cada quien sus ambiciones y estrategias.

 

Empero, no por ser parte de la condición humana puede pasar desapercibida o echada al arcón de lo anecdótico la historia de ciertos personajes que, con esa condición de políticos híbridos, andan por la vida con la demagogia como sino de su carrera en la que apuestan a la amnesia social.

 

Hoy caritativos demócratas y críticos del espacio que, en el pasado, los arropó e impulsó en la carrera sin tumbos, pero sí saltos de filiación e identidad ideológica como ocurre con panistas, priistas, perredistas y hasta quienes hoy se asumen, militantes de Morena, salvadores de la patria.

 

Esta referencia viene a colación por lo ocurrido la noche del 28 de abril de 2011, cuando consecuencia de medidas legaloides, torciéndole el brazo a la ley en el estado de Puebla, el entonces debutante gobernador Rafael Moreno Valle Rosas ejerció el poder que le dieron los poblanos en las urnas y asumió el control de los poderes Judicial y Legislativo, de forma tal que comenzó a operar la venganza contra uno de sus enemigos políticos, el empresario Ricardo Henaine Mezher.

 

Aquella noche, un piquete de agentes estatales uniformados de negro y con armas de alto poder en ristre, instruidos y encabezados personalmente por el entonces secretario de Seguridad Pública, Ardelio Vargas Fosado, y el procurador General de Justicia, Víctor Carrancá Bourguet, ambos del gabinete morenovallista, desalojaron del llamado Mesón del Cristo, en la capital poblana, que albergaba las oficinas del diario El Heraldo de Puebla, a trabajadores del diario que elaboraban la edición del día siguiente.

 

Fue un exceso de despliegue de fuerza policiaca, incluso con un juez que hizo las veces de notificador, contra un puñado de civiles cuya única arma era la de sus instrumentos de trabajo, computadoras, teléfonos, libretas, grabadoras que a los ojos de esa pléyade ejecutora de un procedimiento ilegal seguramente se imaginaban peligrosas. En fin.

 

Si Moreno Valle Rosas tenía y tiene problemas personales con el dueño del periódico, es un asunto que se cuece en ámbitos legales, aunque como ha sido evidente, Rafael desprecia a la ley poblana, la tiene a su servicio y le importó un bledo pasar por encima de una suspensión provisional de amparo, la número 580/2011, otorgada por el Juzgado Primero de Distrito.

 

Ardelio, actual comisionado del oscuro Instituto Nacional de Migración, y Carrancá Bourguet pasaron por encima de dicho ordenamiento legal y lo descalificaron. ¡Vaya con estos adalides de la justicia y la democracia! Cumplieron el cometido y de ahí en adelante, por órdenes de su jefe Moreno Valle, despojaron de sus negocios a Henaine mediante triquiñuelas en tribunales.

 

En esa venganza personalísima, el gobernador y su equipo justiciero pasaron por encima de los intereses de unos trabajadores que esa noche del desalojo perdieron sus instrumentos de trabajo y pertenencias personales.

 

Pero, en esta historia falta un personaje que, como Ardelio, fue priista, luego panista a modo de su jefe Moreno Valle Rosas, después nuevamente priista y, en estos días panista destacado que tiene el cargo de diputado federal.

 

Se trata de Juan Pablo Piña Kurczyn. Hijo del ex gobernador priista de Puebla, Mariano Piña Olaya, Juan Pablo fue, de febrero de 2011 a junio de 2012, secretario de Servicios Legales y Defensoría Pública de la administración morenovallista; renunció al cargo para irse de sexto visitador de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, después asumió la secretaría general de la Fundación Colosio, o lo que es lo mismo, volvió a sus orígenes priistas, aunque por poco toda vez que luego se reintegró al redil como jefe de la Oficina del Gobernador. Y de ahí saltó a la diputación federal.

 

Vaya ejemplo del joven político que fue responsable de armas los fundamentos legales para pasar por encima de una suspensión provisional de amparo y de decisiones jurisdiccionales con el fin de servir a los intereses de venganza de su jefe.

 

Bueno, resulta que el joven legislador Piña Kurczyn incurrió en esa amnesia que suele atacar a estos híbridos de la política, de forma tal que en la comparecencia de la procuradora General de la República, Arely Gómez González, presumió de honesto legislador, político moderno pero sumido en la amnesia personal del procedimiento legal y dijo a la funcionaria:

 

“Para el Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional ha llegado el momento de que la Procuraduría General de la República investigue de manera efectiva los delitos, que controle las averiguaciones con pulcritud y fortalezca sus capacidades de investigación, de otra forma seguirá minándose la confianza ciudadana en las instituciones de seguridad pública”.

 

¡Ah! Aseguró que la impunidad es causa de mayor incidencia delictiva en el país, esa misma impunidad que prohijó en la cruzada vengativa de su jefe Moreno Valle Rosas, contra sus enemigos personales.

 

“Existe actualmente una percepción pública de que en México no hay resultados concretos para castigar a quienes cometen delitos”, afirmó el diputado de Acción Nacional en alusión a casos como la desaparición de 43 normalistas en Iguala, Guerrero. ¿Híbrido? El eufemismo no ofende cuando es más ofensiva la actitud y la demagógica declaración de quien se apresta para abonar el camino de su jefe rumbo a la Presidencia de la República. ¿Híbrido? En mi pueblo les llaman de fea manera. En fin. Digo.

 

MIÉRCOLES. Patricia, el peligroso huracán que se desinfló, sirvió para el lucimiento de funcionarios públicos. Mejor el exceso de rollo que el lamento de haber habido tragedia. Esta reacción del gabinete fue una clara muestra de aquella máxima de que quien con leche se quema, hasta al jocoque le sopla. Conste.

 

Híbridos

 

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