top of page

Mercadóloga y publicista por profesión, indagadora de la diversidad en las artes por convicción y pertenece al equipo de prensa del Centro Cultural Helénico.

 

 

 

Hojas que salvan de la soledad

“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
 Que da su fruto a su tiempo…”

Salmo 1:3

Así es la palabra y la semilla intangible de los libros, tienen el poder de modificar la naturaleza de la creencia algunos contienen ideas de revolución, despertar, creatividad, enseñanza, conocimiento, fantasía y más…

 

Es mi deseo que en esta próxima celebración del libro y de la rosa, busquemos aquella literatura que nos permita reverdecer para que nuestro fruto decore el lugar donde hoy estamos plantados o sólo por el placer de llenar los cajones cerebrales.
   

México aún no ha sido capital mundial del libro, pero sí se une a La fiesta del libro y la rosa que realiza actividades en diversas sedes. Todo existe y está hecho, todo existe y es transformado, los literatos que inspiraron esta celebración pertenecieron a la época renacentista donde el gusto por las letras, la historia y la ciencia reverdecía, quizás es un buen momento para rescatar algo de la estirpe del antropocentrismo que les definía para mezclarlo con nuestra responsabilidad de estar en la tierra y juguetear con ello.

 

Me permito hacer la analogía de que los humanos y los árboles somos seres tan cercanamente parecidos; una semilla, una raíz, un tronco, unas hojas y la transición de mudar de hojas, con un tiempo de poda y un tiempo de regeneración, sólo que nosotros tenemos una ventaja indudable, podemos movernos del lugar de plantación original, podemos hacer nacer otros frutos.

Tengo la costumbre de recoger cosas de la tierra: piñas, estróbilos, trozos de troncos, hojas, semillas exóticas, cuando me despedía de mi estancia en Cozumel guarde unas semillas y hojas extrañas, mi tía me dijo: “Gaddi puedes llevarte esas semillas, solo ten cuidado de no esparcirlas, porque puedes modificar el orden del ecosistema que tiene una razón de ser para cada lugar”, las guardé celosamente en mis bandejas de madera (que también colecciono) y en mi antepenúltima mudanza donde depuraba me sentía insegura si obedecer a mi tía o no, al fin las tiré en la tierra de esta ciudad y pensé: ¿estoy modificando el ecosistema?                                                                     
 

 

 

Este próximo 23 de abril celebraremos el Día internacional del Libro y el Derecho de Autor, conmemoración que naciese tras la muerte de tres grandes de la literatura, Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, en muchos países se ha instaurado la tradición catalana de regalar una rosa y un libro. La Unesco desde el 2001 otorga el título de Capital mundial del libro a una ciudad, para promover e incentivar el hábito de la lectura, especialmente en temas de Educación, Ciencia y Cultura, este año la transición se hará de la ciudad de Breslavia, Polonia (2016) a la de Conakry en Guinea (2017).      


 

Gracias a los árboles, hay papel que podemos tener en nuestras manos en forma de hojas que son fragmentos de árbol procesado, confirmando que lo tangible del universo se transforma, exploro un ciclo de conexión entre la tierra y la literatura, quizás de ahí surge mi atracción profunda y amorosa hacia lo que crece de ella, porque es sano y me liga al universo que considero fantástico, colorido y destellante (no exagero tampoco idealizo), en las hojas de los libros hay semillas que contienen ideas de revolución, de despertar, de creatividad. Y como la diversidad de árboles así son los libros, nacen de diferentes semillas.

 

 

En una calle hay varios tipos de árboles, así como seres humanos. Disfrutaba mucho caminar por un parque de la interculturalidad, ahí hay reunidos árboles de los cinco continentes, mientras los observaba percibía lo sabio de la naturaleza, los de África tienen grandes sombras, los del caribe dan frutos que hidratan, como la deliciosa agua de coco, los de Europa suelen dar semillas como las nueces que ayudan al ser humano a prevenirse del frío. 

 

 

La vida cuando estaba en un solo continente tenía su propia razón de ser, hoy  estamos en el tiempo de interculturalidad, la tierra está mezclada así como los humanos, en esta era digital estamos tan cercanos los unos de los otros, probamos frutos exóticos y la tierra misma se ha adaptado al cambio, a la entropía bella, lo que en teoría podría tener caos, logra orden, la naturaleza sigue hablando de cerca… Ser distintos,  no nos hace ni mejor, ni peor sólo eso distintos, individuos que descubren su individualidad y se mezclan con la individualidad del otro.

 

 

bottom of page