La democracia en México ha avanzado a trompicones, impulsada por la necesidad de legitimidad y permanencia del Partido Revolucionario Institucional en el poder.
Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
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A partir de mediados de la década de los años 70 del siglo pasado, obligada por una crisis política que había provocado la irrupción de la guerrilla urbana, acicateada por la de la Montaña del estado de Guerrero y los grupos armados en Sinaloa, Sonora, Chihuahua y Nuevo León, en especial.
Eran otros tiempos del partido hegemónico, la represión con mano de hierro, la ausencia de respeto a los derechos humanos y de libertad de expresión. Nada se movía en el país que no fuera aprobado por el Gran Tlatoani en turno.
Hay que refrescar la memoria y repasar la historia reciente de México, para percatarse de lo que, por ahí de la década de los 60 y 70 implicaba criticar al gobierno en los llamados diarios nacionales o encabezar una marcha o plantarse en el espacio público para demandar democracia y respeto a las garantías individuales.
¿Candidatos independientes a cargos de elección popular? Ni pensarlo en esos días del control político, del Congreso de la Unión bajo control del PRI. Y fue por ello que el partido hegemónico debió atender la propuesta del entonces presidente José López Portillo y Pacheco y el secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, para impulsar la gran Reforma Política de 1977 que posibilitó al Partido Comunista Mexicano salir de la clandestinidad y contar con diputados federales en la LI Legislatura, aunque todos fueron plurinominales.
Por supuesto, no fue una graciosa concesión porque los alcances de dicha Reforma Política se viven hoy en todos los Congresos estatales. La izquierda perredista con la de Morena ocupa importantes espacios legislativos, presidencias municipales, jefaturas delegacionales en la capital del país y regidurías.
De acuerdo con la memoria histórica, en la LI Legislatura, la primera integrada a partir de la Reforma Política de 1977, el Partido Revolucionario Institucional recibió el 69.84% de los votos y tuvo correspondieron 296 diputados; perdió frente al Partido Acción Nacional cuatro diputaciones de mayoría relativa.
Así, en esos comicios intermedios de 1979, el PAN obtuvo 10.79% de los sufragios, que derivó en 42 diputados plurinominales; el Partido Comunista Mexicano con 4.97% de votos obtuvo 18 diputados plurinominales, el Partido Popular Socialista con 2.59% de la votación obtuvo 12 curules; el Partido Socialista de los Trabajadores con 2.12% de sufragios, tuvo 12 diputados; el Partido Demócrata Mexicano con 2.05% de votos, 10 diputados; y, el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana con 1.81% de la votación tuvo 10 diputados.
Desde aquella LI Legislatura a la LXIII que, a partir de septiembre próximo, entrará en funciones en el Congreso de la Unión, la geografía político-partidista ha variado en términos de siglas mas no en esta tendencia de ampliar espacios de la oposición. El PRI mantiene mayoría simple en el Congreso de la Unión, pero los equilibrios legislativos requieren de consensos con la oposición en los que, necesariamente, la bancada de Morena será un opositor permanente.
Y la tendencia, con la reciente Reforma Política, es de creciente participación ciudadana, es decir, de los candidatos independientes, que recuerda al zacatecano Nicolás Zúñiga y Miranda que fue persistente aspirante y candidato independiente a la Presidencia de México, lo mismo contra Porfirio Díaz que, al final de su existencia, contra Plutarco Elías Calles. La historia llega a registrarlo como una anécdota, mas fue un ciudadano que se enfrentó al poder público.
En fin. Pero en esos linderos no puede soslayarse la permanente lucha de la ciudadana María del Rosario Ybarra de la Garza --Rosario Ibarra de Piedra-- que en 1982 fue candidata del Partido Revolucionario de los Trabajadores a la Presidencia de la República, nominación que infructuosamente repitió en 1988. Pero fue diputada por el PRT y senadora, en 2006 por el PRD aunque luego se integró a la fracción de PT.
Y Valentín Campa Salazar fundador del PCM, del que fue candidato presidencial en 1976, pero luego merced a la Reforma Política del 77 diputado federal en la LI Legislatura durante el trienio 1979-1981. La historia registra que recibió un millón de votos contra su contrincante priista José López Portillo, quien ganó holgadamente sin opositor al frente; el PCM carecía de registro
Y qué decir de Demetrio Vallejo Martínez, fundador del Partido Mexicano de los Trabajadores, junto con Heberto Castillo. En 1985 fue electo diputado federal por el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), pero falleció ese año. No buscó la Presidencia de la República.
También Arnoldo Martínez Verdugo, miembro del grupo que negoció la Reforma Electoral de 1977, colaboró en la disolución del Partido Comunista Mexicano y la fusión de éste con otras fuerzas de izquierda que devinieron en el Partido Socialista Unificado de México, del que fue candidato presidencial en de 1982.
Por supuesto, ni ellos ni los también comunistas o izquierdistas como Pedro Rodríguez Triana, Hernán Laborde, Vicente Lombardo Toledano ni Ramón Danzós Palomino, pueden ser ubicados como candidatos ciudadanos o candidatos independientes a un cargo de elección popular, pero son indudablemente ciudadanos mexicanos que lucharon por cambiar el sistema de partidos y las reglas de la actividad política en México.
Hoy, Efrén Arellano Trejo, investigador del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, analizó la incursión de la nueva figura de participación política conocida como candidaturas independientes, de cuyo resultado dio cuenta la oficina de prensa de la Cámara baja y ofrece lo que puede ser el matraz del que saldrá una nueva generación de políticos.
No necesariamente ello implica la desaparición de los partidos, mas entraña la tendencia del electorado. De acuerdo con el trabajo de Arellano Trejo, de los 118 candidatos independientes que compitieron, sólo seis lograron ganar, pero éstos generan grandes expectativas entre la ciudadanía. Uno ganó la gubernatura de Nuevo León, tres serán presidentes municipales (García en Nuevo León, Morelia en Michoacán y Comonfort en Guanajuato), otro se convirtió en diputado federal por Sinaloa, y uno más será diputado local por Jalisco.
Según el documento de trabajo No. 193, titulado “Origen y balance de las candidaturas independientes”, 73 por ciento de los candidatos independientes que contendieron, obtuvo menos del 10 por ciento de los votos en el distrito o circunscripción donde compitieron, 17 por ciento obtuvo entre 10 y 20 por ciento de la votación, y sólo uno de cada diez logró porcentajes mayores al 20 por ciento.
La historia cíclica es aleccionadora. De la Reforma Política de 1977 que respondió a una situación de crisis política y de legitimidad –aunque López Portillo fue candidato presidencial único--, a la de 1991 que creó la plataforma del hoy Instituto Nacional Electoral, también por crisis de legitimidad, y la más reciente que posibilita reelección legislativa y participación de candidatos ciudadanos, no puede perderse la creciente participación social, ésta que no teje en supuestos de ausencia de libertades; al contrario, borda sobre éstas en aras de otro México. Conste.
LUNES. ¿Por qué ese cambio de postura de la PGR en el caso del doctor Mireles? ¿Fue un cobro de factura a cargo de Jesús Murillo? Digo.
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