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La magia de América... virginales ensueños del sur

Por Glen Rodrigo Magaña.

La fascinación homoespaciera por nuestro continente americano, llega a su octava entrega, con un viaje entintado por tres destinos ubicados al norte de Sudamérica. El primero es una joven república que fuera dominada por los holandeses, país que aún cuenta con comunidades de indígenas caribes, la riqueza cultural de su variada mezcla racial, una capital al estilo neerlandés, la catedral hecha en madera más grande de todo el continente, un antiguo asentamiento judío del siglo XVII, su reconocida reserva natural y otros tantos hechizos de la naturaleza. La segunda propuesta, es una de las pocas colonias europeas que aún existen en América, habitada en sus inicios por indígenas arawakos, que tras la llegada de los conquistadores, les hicieran pagar caro su intrusión, al salvarse de la fiebre o la desnutrición en una famosa isla, lugar de relegados franceses en el siglo XIX, actualmente conocido por su duradero carnaval, una plataforma espacial gala y las delicias de su cocina. Finalmente, nuestro último destino, fue nombrado por los peninsulares -al descubrir estos arenales- como la “Isla de los gigantes”, formó parte de las Antillas Neerlandesas, actualmente territorio autónomo perteneciente al Imperio de los Países Bajos, que presume sus playas caribeñas, su bebida tradicional, un primoroso islote, edificaciones históricas, un dialecto creado por varios idiomas y su sugestiva vida nocturna.   

Amigos, los invitamos a escuchar las cápsulas homoespacieras dentro del programa “La otra frecuencia” en Radiorama 1530 AM, que se transmite todos los miércoles de 20:00 a 21:00 horas. 

La incitación al pecado en un entorno virginal, suele ser tan atractivo, instintos primitivos a flor de piel y la noche… cómplice perfecta para esas historias de seducción. Otro aporte, es cuando paradisiacos panoramas hacen que nuestra parte novelesca surja… al natural, la relajación se aprecia mejor después de la agitación, el gozo de los sentidos que nutren al interno, que bien puede ser alimentado entre playas desoladas donde no hace falta nada; atardeceres en una laguna, la música de los ríos, verdes encuentros con la inspiración y esas celestes criaturas, que no pueden faltar como acompañantes en estos ensueños.

 

Por ahí se escucha... “los viajes ilustran”, pero creo que esta idea va más allá, ya que las experiencias suelen ser los párrafos esenciales en el libro de la vida, lecturas que forman parte de nuestras creencias, afinan la personalidad, moldean nuestra visión y engrandecen lo intangible. La sencillez de lo complejo, secretos de la creación que alientan, lenguaje milenario codificado entre las emociones, ahí, donde la conexión con la naturaleza surge espontáneamente.

 

Después de estas melosas reflexiones, hablemos de nuestro continente americano y sus edenes, que para esta ocasión, visitaremos -entre letras- tres virginales ensueños al norte de Sudamérica: Surinam, la Guayana Francesa y Curazao.

 

 

Surinam… una verde República

 

Los primeros pobladores de estas tierras fueron los arawuacos, por ahí del siglo VI a.C., quienes fueron sometidos tiempo después por los caríbes, que por cierto aún permanecen algunos grupos de estos últimos en Surinam.

 

En 1948 Cristóbal Colon vislumbró los arenales de este país, aunque fue hasta 1593 que los conquistadores ibéricos regresaron a estas tierras. Los holandeses establecieron la Compañía de las Indias Occidentales en 1616, dedicada lamentablemente al tráfico de esclavos africanos, los británicos toman el poder en 1630, pero ceden el territorio a los neerlandeses en 1667 a cambio de Nueva Ámsterdam, actual Nueva York. En 1922 Surinam se integra a los Países Bajos, logra su independencia el 25 de noviembre de 1975, tuvo varios golpes de estado, sufrió la dictadura de Dési Bouterse en los ochenta, hasta que en 1987 dicta su Constitución.

 

Surinam se encuentra entre los límites de la Guayana Francesa, Guyana, Brasil y el Océano Atlántico. Existen diferentes grupos étnicos, desde indígenas caribes, hindúes, indonesios, descendientes de aquellos esclavos africanos, así como un limitado porcentaje de europeos y asiáticos, lo que le otorga una gran riqueza cultural, artística, gastronómica y artesanal.

 

Algunas de sus principales atracciones son: la pintoresca arquitectura estilo holandés de su capital Paramaribo, que cuenta con la Catedral de San Pedro y San Pablo, considerada la edificación más grande de América construida en madera; el Museo de Surinam Fuerte Zeelandia, realizado en el siglo XVII por los británicos sobre el Río Surinam, que sirviera como cuartel militar, así como prisión neerlandesa y que desde 1995, se convirtiera en museo que exhibe piezas de los primeros amerindios, así como otros objetos referentes al periodo colonial; la Plaza de la Independencia, que integra el Palacio Presidencial, edificado en el siglo XVIII, el Ministerio de Finanzas con su torre color blanco y a unos pasos, el Palmentium, un lindo parque con grandes palmeras y exóticas aves.

 

Las opciones ecoturísticas son variadas, ya que este país cuenta con 11 reservas naturales, un parque natural y cuatro áreas de naturaleza especial, pero la más famosa es la Reserva Nacional Surinam Central, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000, encuentro selvático de las amazonas, rodeado por salvajes lagos y una exótica fauna.

 

Otro sitio interesante es Jodensavanna, antiguo asentamiento judío del siglo XVII, que perteneciera a portugueses cariocas, ubicado a lo largo del Río Surinam, que cuenta con las ruinas de la sinagoga Baracha Ve Shalom “Bendición y Paz” de 1685, así como dos cementerios y dicen que hay un pozo que posee poderes curativos.

 

Surinam también cuenta con algunos resorts o cabañas, como Colakreek o Danpaati, para practicar deportes extremos como rafting, kayak o bien disfrutar de un entorno selvático en esta verde República.

 

Guayana Francesa… un desconocido edén

 

Departamento galo de ultramar, la Guayane fue habitado principalmente por indios arawakos en su época precolombina y colonizada desde 1604 por Francia. Los primeros colonos galos, se vieron atraídos por esta región sudamericana gracias a la leyenda del “Dorado”, una oculta ciudad realizada en oro, donde lo que encontraron fueron nativos inconformes, fiebre y desnutrición, pero algunos sobrevivientes huyeron a tres pequeñas islas cercanas a la Guayana, llamándolas “Las Islas de la Salvación”.

 

Su nombre proviene de un dialecto amerindio llamado warao y el significado de Guayana es “sin nombre”, lo curioso es que mientras sus vecinos como Brasil logran un gran desarrollo, estas tierras permanecen desconocidas, desoladas en su mayoría y su ruta aérea es solo entre París y la Guayana.

 

Otros datos históricos son que en el siglo XVIII, se llevaron esclavos africanos para trabajar en distintas plantaciones, en 1848 Francia abolió la esclavitud, pero construyó en sus tierras tropicales en América algunas prisiones, la más despiadada fue la Isla San José… la Cárcel de Papillon, donde se cuenta una leyenda parecida a la de “Chucho el roto” pero a la francesa, un prisionero conocido como Henri Charriére “Papillon” que se escapa en forma mágica de esta cárcel en 1934.

 

En los años cincuenta y sesenta, la colonia sufría de escasez, los índices de desempleo estaban por los cielos, hasta que a finales de los sesenta surge la Agencia Espacial Europea en el Centre Spatial Guayane, lo que ayudó a que la economía se estabilizara un poco.

 

La Guayana Francesa, se encuentra cubierta mayormente por selva y muchas de sus tierras permanecen vírgenes. Algunos de los lugares que te recomendamos visitar son: las famosas Islas de la Salvación, donde conocerás la vida de aquellos prisioneros del siglo XIX; el Museo del Espacio en el Centro Espacial de Guayana, que con suerte hasta puedas observar algún lanzamiento de un cohete; su largo Carnaval que dura mes y medio, con desfiles musicales y bailes exóticos para finalizar “arrepentido de tus pecados” el miércoles de ceniza o bien, dar un recorrido en lancha por los distintos pantanos y manglares que posee este desconocido edén.

 

Curazao… la sanación del caribe

 

Curación es su traducción al español… y realmente sí que lo es este insular territorio caribeño autónomo del Imperio de los Países Bajos, que lograra su libertad de las Antillas Neerlandesas en el año 2010, aunque lo curioso es que cuenta con un rey, un gobernador y un primer ministro.

 

Conquistada por la corona española en el siglo XVI, los peninsulares llamaron al sitio “La Isla de los Gigantes”, esto por la altura de sus nativos… los indígenas arawacos. Adherido a Venezuela en el sioglo XVIII y gobernado por los holandeses durante casi tres centurias, los curazoleños son un pueblo  que agrupa muchas culturas y tradiciones.

 

Aunque prevalece el holandés como idioma oficial, muchos de sus habitantes hablan papiamento, que significa “hablar” en portugués y el cual fue creado por la mezcla de idiomas entre africano, español, inglés, portugués, francés, holandés y arawuaco.

 

La caribeña isla cuenta con 35 pálidos arenales; el islote de Klein Curazao, donde las fiestas en la playa, el buceo y las barbacoas son la especialidad; la vida social del Mambo Beach, famoso por su bares y restaurantes; la exclusiva playa Jan Thiel, para practicar deportes marinos o Willemstad, capital de Curazao que cuenta con varias edificaciones estilo holandés, el Fuerte Ámsterdam o su agitada vida nocturna, y para culminar tu velada, entre la intimidad de algún arenal nudista que exprese los virginales ensueños, otorgados por alguna afable suramericana.

 

Estimados lectores de Homo Espacios, les comparto algunos enlaces para que terminen de enamorarse de estos tres mágicos territorios sudamericanos:

 

Surinam. 

Guayana francesa. 

Curazao. 

 

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