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Mercadóloga y publicista por profesión, indagadora de la diversidad en las artes por convicción y pertenece al equipo de prensa del Centro Cultural Helénico.

 

 

 

Los recordados...

Escribo de acuerdo a lo que retumba en mi interior, para que recordar  no sea un hábito olvidado, la literatura surge como un encuentro con el otro, un puente de unión y también es  una memoria advertida.

Estos días me arrojaron  una y otra vez a los escritores latinoamericanos que crecieron bajo la dictadura, los que vivieron un autoritarismo donde la negociación no era posible, la apariencia democrática  socavó la legitimidad, el sistema que regía se esforzaba por “educar” a una generación de sonámbulos y el objetivo era reprimir el espíritu de aquellos que deseaban alzar la voz, pensar por sí mismos; ser o pensar  diferente implicaba el peligro de perder la vida, crecer bajo un sistema aplastante y coercitivo pudo crear derrotismo y resignación; sin embargo, como bien decía Viktor Frankl: “ al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino,  para decidir su propio camino“. 

 

Muchos de los escritores latinoamericanos de ayer, vivieron un  movimiento geográfico: el exilio,  que conlleva beneficio cuando de narración se trata, ya que brinda la oportunidad de cambiar de escenario y perspectiva; bajo esa construcción, se formaron aquellos que decidieron usar la pluma como espada y dejar su legado educativo a través de sus letras. A partir de esto elaboro el relato y me uno a la idea de que otro mundo es posible, porque la escritura será una forma pacífica de alzar la voz y decir: ¡Basta! No es necesario tener alto espíritu de crítica para notar que este mundo gira al revés. ¿Desde dónde vienen los hilos que rigen nuestro hoy?, probablemente la respuesta no logre satisfacer la cuestión, ya que no es posible modificar el ayer, pero si aprender de él y entonces direccionar hacia dónde andamos.

 

El huésped en esta columna, “La casa de todos”, es el gran uruguayo: Eduardo Galeano. Comparto un fragmento  de un trabajo periodístico de 1976 que continúa vigente. Galeano es conocido como “el recogedor de lluvias, de las palabras de abajo”, fue un observador y vocero del presente y pasado al servicio de la memoria colectiva. Con su delicada sensibilidad denunciaba aquello que es necesario, él poseía la capacidad de asomarse a esa totalidad social que nos impera, su literatura trasciende y es mi deseo que quizás  toque a la puerta de la conciencia.

Del libro: “Nosotros decimos no, crónicas de 1963 / 1988”
Defensa de la palabra.

“Uno escribe a partir de una necesidad de comunicación y de comunión con los demás, para denunciar lo que duele y compartir lo que da alegría. Uno escribe contra la propia soledad y la soledad de los otros.  […] Las contradicciones de la sociedad de clases son, aquí, más feroces que en los países ricos. La miseria masiva es el precio que los países pobres […] en los suburbios del mundo el sistema revela su verdadero rostro […] 

La libertad de los negocios implica, en tiempos de crisis, la prisión de las personas […] Quienes queremos trabajar por una literatura que ayude a revelar la voz de los que no tienen voz, ¿Cómo podemos actuar en el marco de esta realidad? ¿Podemos hacernos oír en medio de una cultura sorda y muda? Las nuestras son repúblicas del silencio. La pequeña libertad del escritor, ¿Hasta dónde y hasta quiénes podemos llegar? Hermosa tarea la de anunciar el mundo de los justos y los libres; digna función la de negar el sistema de hambre y de las jaulas- visibles o invisibles-. Pero, ¿a cuántos metros tenemos la frontera? ¿Hasta dónde otorgan permiso los dueños del poder? Pero la censura indirecta actúa de un modo más sutil. ¿En qué consiste esta censura que nunca osa decir su nombre? […] Estamos bloqueados, en gran medida, por las reglas del juego de la realidad en la que actuamos.

El orden social vigente pervierte o aniquila la capacidad creadora de la inmensa mayoría de los hombres y reduce la posibilidad de la creación, antigua respuesta al dolor humano y a la certidumbre de la muerte, al ejercicio profesional de un puñado de especialistas […] el arte debería ser considerado un artículo de primera necesidad y no un lujo […] cultura para masas, debería decirse, definición más adecuada de este arte degradado de circulación masiva que manipula las conciencias, oculta la realidad y aplasta la imaginación creadora. […]


 Si en América Latina está reservado a pocos el goce de los bienes terrenales, es preciso que la mayoría se resigne a consumir fantasías. Se vende ilusiones de riqueza a los pobres y de libertad a los oprimidos, sueños de triunfo para los vencidos y de poder  para los débiles. No hace falta saber leer para consumir los símbolos que la televisión, la radio y el cine difunden para justificar la organización  desigual del mundo. […] es preciso que nos miremos a nosotros mismos  con los ojos de quien nos oprime […] Se sacraliza la ley de la selva, que es la ley del sistema […] Las fórmulas de esterilización de las conciencias se ensayan con más éxito que los planes de control de la natalidad. La mejor manera de colonizar una conciencia consiste en suprimirla   […]


 La presunta cultura de protesta, genera resignación, egoísmo, incomunicación, deja intacta la realidad pero cambia su imagen; promete amor sin dolor y paz sin guerra. Además, al convertir a las sensaciones en artículos de consumo, encaja perfectamente con la <ideología de supermercado> […] Encender conciencias, revelar la realidad: ¿Puede la literatura contra el engranaje ideológico de la mentira y el conformismo? […] imbecilización colectiva […] Por eso la revelación de lo que somos implica la denuncia de lo que nos impide ser lo que podemos ser […] la palabra tiene sentido para quienes queremos celebrar y compartir la certidumbre de que la condición humana no es una cloaca. Buscamos interlocutores, no admiradores; ofrecemos diálogo, no espectáculo  […] Escribiendo  es posible ofrecer, a pesar de la persecución y la censura, el testimonio de nuestro tiempo y nuestra gente  […] una literatura que no ayuda a los demás a dormir  […] que no se propone a enterrar a nuestros muertos, sino perpetuarlos; que se niega barrer las cenizas y procura, en cambio, encender el fuego”.

Me gustaría no encontrar analogía entre la dictadura de ayer y nuestra democracia hoy, solo tener certeza de que ésta nación posee una memoria en común  y que toda la información a la que tenemos acceso, no nos ha aletargado, impidiendo ser realmente conscientes de nuestros consumos a nivel social, cultural, emocional y biológico.

 

Y he aquí mi recomendación de tres libros del “sentí-pensante” de la pluma: 

 

-“Las venas abiertas de América Latina” 1971
-“Ser como ellos y otros artículos” 1992
-“Espejos”2008

 

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