México y sus compositores: bolero a dos pianos
Por Glen Rodrigo Magaña.
Nueva sección homoespaciera, donde realizamos un pequeño homenaje entintado a aquellos íconos musicales de nuestro país, Maestros de la lírica… ellos, los compositores del sentimiento mexicano, que para esta primera entrega, el frenesí por el bolero será interpretado por dos pianistas que surgen en la misma época romántica. El primero, es uno de los compositores más representativos de México, sus canciones se han interpretado en todos los continentes, la cúspide de sus femeniles conquistas fue la principal diva del Cine de Oro mexicano, le cantó a España sin conocer las tierras ibéricas, su genialidad melómana abarca más de 700 temas, la marca de una mujer en su rostro y sus orígenes, así como muchos otros datos, son tanto discutidos como desconocidos. Nuestro segundo bolerista, es un fino músico jalisciense, tocaba tres instrumentos musicales, famoso por realizar el tema “Vereda tropical”, musicalizó varias películas para Mario Moreno “Cantinflas”, compuso tres conciertos para piano y orquesta, se dio a conocer en la XEW a finales de los años veinte y fue uno de los fundadores de aquel Sindicato Mexicano de Autores, Compositores y Editores de Música (SMACEM).
Amigos, los invitamos a escuchar las cápsulas homoespacieras dentro del programa “La otra frecuencia” en Radiorama 1530 AM, que se transmite todos los miércoles de 20:00 a 21:00 horas.
Beethoven mencionaba que la música, era una imposición sonora que el compositor realizaba al público, algo hipnótico, ya que el que la escucha no tiene elección… este poder del arte sonoro surge en la inspiración del autor y su significado, en el momento que está viviendo. Es así como un literato disfraza entre líneas a sus personajes, un pintor interpreta en imágenes algo plasmado en su interno o el cineasta que en un film hace real su ficción. Al final, en el fondo… el artista algo oculta y guarda de su obra, algo que solo sea para él, aunque todos puedan admirar su creación.
Mientras que “Si el bolero tuviera palabras…”, fue el título de nuestro primer atrevimiento textual para ese sensual, nostálgico, meloso y exquisito ritmo, que se adentra para arrancar suspiros o tal vez… alguna lágrima furtiva. En aquel artículo homoespaciero, hablamos sobre sus umbrales arrabaleros en Santiago de Cuba, “Me entristeces, mujer” o “Tristeza”, primer bolero instituido en 1883 por el Maestro Pepe Sánchez, entre otros datos de la evolución de este género melódico y algunos compositores destacados.
Ahora… nuevamente me embelesa la oportunidad de describir esta pasión sonora, ya que lo he escuchado y apreciado toda mi vida, los primeros recuerdos de infancia fueron entre tertulias periodísticas orquestadas con boleros, amante de la música con alma, de letras que son poemas, el gozo lírico de un bolero, que agita las emociones de aquellos que cuentan con sensibilidad. Disfrutarlo, es como probar la boca de esa fémina que nos ha sido “imposible” alcanzar, saborear un recuerdo tan íntimo que nos estremece y que “nadie” lo puede borrar, dejar que la “incertidumbre” nos envuelva de deseo y que el “temor” se aleje entre caricias... así, con el sonido de dos pianos, entre las composiciones de Agustín Lara y Gonzalo Curiel.
Agustín Lara… Rey del bolero
“Su bohemia, disipación, amor sin límites, pasiones sin esperanza. Aún más, trazas de su oscuro y licencioso pasado fueron percibidos mediante su cultivada imagen como la de un desdichado e indefenso cantor de prostitutas, un dandy y un frágil poeta. Fue un personaje único que hizo de la cursilería su vínculo con el mundo, un ser enormemente pintoresco, cuya cúspide adquisitiva se llama María Félix…”
Carlos Monsiváis
Veracruz, la Ciudad de México, y hasta Puebla, reclaman ser el lugar de nacimiento del “Flaco de oro”, el año también se discute si fue en 1897, 1900 o 1901. Algunos documentos oficiales dan fe de que Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino, fue registrado en el Distrito Federal, pero Agustín Lara siempre se declaró veracruzano, y no culpo al Maestro, ya que las tierras jarochas poseen una belleza única, así que su origen seguirá siendo un enigma.
Lo cierto es que Tlacotalpan, Veracruz, fue el edén de sus años de infancia y la Ciudad de México, el sitio de su inspiración arrabalera, metrópoli donde aprendiera a tocar el piano a los 7 años de edad -cuando vivía en la casa de Coyoacán de su tía Remedios-, abandonando a los 12 años sus estudios, para aprender la vida de los clubs nocturnos de inicios del siglo XX. El padre de Agustín, don Joaquín, al enterarse de sus parrandas y un supuesto robo realizado por el músico-poeta, decide enlistarlo en la Academia Militar, institución de la cual fue expulsado y como castigo en 1917, el señor Lara, lo manda a Durango a trabajar en los ferrocarriles. Incluso algunos cronistas afirman que participó en la Revolución Mexicana, donde sufrió lesiones en sus dos piernas, pero como ya lo habíamos mencionado, la vida del “Flaco de Oro” siempre fue un misterio.
En los años veinte, trabajó como pianista en varios bares y “sitios nocturnos”, donde se cree que recibió esa cicatriz tan característica de Lara, algunos biógrafos afirman que fue una prostituta, otros dicen que una corista, pero el hecho es que siempre provocó ese magnetismo hacia las féminas, el cual, el músico poeta, pagaba con canciones… y solo recordemos que se conocen 700 temas de su autoría.
Respecto a sus musas, dicen que se casó muchas veces. La primera esposa fue Esther Rivas Elorriaga con la que contrajo nupcias en 1917, aunque algunos afirman que fue Carmen "La Chata" Zozaya su primer mujer en 1939, a las que continuaron Angelina Bruchetta de ascendencia italiana en 1928 y amores… muchos amores, como Clarita Martínez, Yolanda Gasca "Gigi", Irma Palencia, una joven de 19 años llamada Vianey Lárraga, a quien le dio el apellido Lara a su hijo. Aunque existen dos mujeres que lo marcaron: la primera fue la diva del cine mexicano María Félix, con la cual se casa el 24 de diciembre de 1954, considerándose la pareja icónica de los años cincuenta y su última mujer, Yolanda Santacruz Gasca, quien muchos piensan que fue el amor de su vida y con la que cruzó sus últimos años, aunque su última esposa fue Rocío Durán, fémina con la que contrae matrimonio en 1965 en España y que terminó separándose en 1967.
Hablar de la vida profesional del Maestro Lara, es mencionar los años dorados de la radio mexicana, la XEW, donde tuvo programas como “La hora íntima de Agustín Lara” o su destacada participación en “La hora Azul” durante la década de los treinta, así como su participación fílmica en 30 rollos. Un ejemplo claro fue el sonorizar la primera película del cine mexicano, la afamada “Santa” (1931) y composiciones de gran valía a sus intérpretes como el “tenor de la voz de seda” Juan Arvizu, Toña la Negra o su compadre Pedro Vargas, por citar algunos de los principales artistas que tuvieron la suerte de estrenar sus canciones, convertidas en grandes éxitos de ayer de hoy y de siempre.
España y el arte taurino fue otra de sus fascinaciones. Temas como “Granada”, “Madrid”, “Españolerías”, “Silverio” y “Novillero” las realizó mucho tiempo antes de visitar por primera ocasión en 1964 el país peninsular, del cual fue muy galardonado.
El cancionero de Agustín Lara cuenta con varios ritmos, desde sones cubanos, valses, pasodobles, fox-trot, danzones, huapangos, guarachas, bambas, guajiras, tangos, hasta incluso algunos temas sincopados; sus primeros éxitos como “La prisionera” o “Imposible” en los años veinte ya mostraban su genialidad sentimental; composiciones como “Veracruz”, “Oración Caribe” o “Lamento jarocho” muestran su amor por los arenales veracruzanos; “María bonita” y “Humo en los ojos” para la diva María Félix, mejor llamada “La Mexicana” a nivel internacional, considerada como una de las diez mujeres más bellas del mundo en aquella época; “Pervertida”, “Aventurera” o “Cada noche un amor” que muestra esa preferencia por la mujer del arrabal, ese amor callejero que sabe a besos ajenos… a consuelo para corazones quebrantados; otras emotivas joyas como el sentimiento de abandono de “Por qué negar”, “Por qué ya no me quieres” o “Nadie”, la dulzura de “Mujer” y “Solamente una vez” o la propuesta exquisita de “Piénsalo bien”.
¡Sí!, eso y mucho más es Agustín Lara… el ¡Rey del bolero! y para nuestro orgullo, Maestro mexicano que convirtió en canción lo que el interno clama, lo que se calla. Para entender sus letras es necesario involucrar al corazón, para escucharlo, tener un poco de sensibilidad y para interpretarlo, ser un apasionado de este meloso ritmo, el resto… solo son pretensiones.
El “Flaco de oro” dejó de existir el 6 de noviembre de 1970 y fue enterrado en la “Rotonda de las Personas Ilustres” del Panteón Dolores, pero sus éxitos han y esperemos sigan interpretándose en todo el mundo.
Gonzalo Curiel… elegancia en el sentimiento
“La música de Curiel es de una belleza sobrecogedora y “Vereda tropical” ha sido un tema que varios países latinoamericanos dicen ser los autores. Parece no importar saber que es de él, porque es parte de un patrimonio musical fundamental de México…”
Arturo Márquez
Oriundo de Guadalajara, Jalisco, Gonzalo Curiel Barba nace el 10 de enero de 1904. A los seis años aprendió a tocar el piano y tiempo después guitarra y violín.
En su etapa como universitario, su amor por la música fue acallado por la imposición de su padre, Juan Nepomuceno Curiel, quien lo obligó a estudiar medicina, aunque después de cuatro años, no puede más y se rebela ante los deseos de su progenitor, iniciando su carrera artística entre bares de la capital mexicana y a finales de los años veinte ingresa a la XEW como pianista, al realizar sus “pinitos” profesionales con el gran cantante y doctor Alfonso Ortiz Tirado en una gira por distintos países.
En los años treinta dirige las orquestas Ritarmelo (Ritmo, Armonía y melodía), Los diablos azules, Los caballeros de la armonía y el famoso Escuadrón del ritmo, reconocida agrupación por varios países latinoamericanos, para que tiempo después fundara la Orquesta de Gonzalo Curiel. Además dirigió las bandas sonoras de muchos filmes de “Cantinflas” como Soy un prófugo (1946) o A volar joven (1947), entre otras 180 cintas, así como la realización de tres conciertos para piano y orquesta, que solo son admirados por conocedores, ya que la poca difusión, un cierto desdén de algunas instituciones e incluso de la sociedad, son el motivo de que éstas joyas se encuentren olvidadas.
Respecto a sus principales éxitos, “Vereda Tropical”, tema de la película Hombres de mar (1938), ha sido su composición más famosa, aunque existen canciones que mantienen una gran finura sentimental como “Temor”, “Incertidumbre” o “Sorpresa”, pero “Ya nada soy”, “Calla tristeza” o “Llévame”, también son una muestra del gran talento del Maestro.
El también llamado “Médico de almas”, falleció a los 54 años de edad, el 4 de julio de 1959 en la Ciudad de México.
Estimados lectores de Homo Espacios, les comparto algunas canciones y enlaces sobre estos grandes compositores del bolero mexicano:
La vida de Agustín Lara (1958).