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Varios ejemplos dan muestra clara de lo anterior, uno de ellos es el cuadrante del 107.9 FM, Horizonte Jazz, que a capricho de su gerencia hizo desaparecer la exitosa barra nocturna de programas que eran transmitidos entresemana, para amontonándolos los sábados y domingos, eso sin mencionar la situación de sus empleados, que tienen que soportar los contantes retrasos de sus honorarios, así como la presión “diplomática” para que dejen sus espacios y hablo de sus productores, locutores, así como toda la gente que hace posible que la magia de la radio surja, ellos son quienes resisten con una profunda vocación, entrega, compromiso y calidad que los distingue.

 

Veamos otro caso, el de los festivales, que si bien continúan floreciendo en varios rincones de nuestro México, también tienen que cargar con una serie de peregrinaciones gubernamentales, el imposible protocolo burocrático, las necedades del sistema, lidiar con el oportunismo empresarial, deber favores a los funcionarios, ceder casi los derechos de su concepto, vivir la incertidumbre del boletaje para pagar al talento y que logren que su propuesta se lleve a cabo, como si fuera un acto casi altruista… pero también resisten.

 

La desidia ante el entusiasmo es actualmente tan pesada, que incluso en los foros culturales, clubes de jazz o salas de concierto, se respira la agonía de pagar las cuentas, que tal pareciera, que los circuitos melómanos cuentan con un blindaje hecho a prueba de crisis, pero también resienten el escenario de estos tiempos tan vacíos. 

 

El talento que no para de componer, pero que actualmente -como se dijera- “se las ve negras” en el lanzamiento de sus nuevas producciones. En algunos nóveles músicos le apuestan a la Fondeadora y otros al FONCA, pero las justificaciones de la bien conocida cantaleta de los “recortes presupuestales”, que en el fondo alimentan la caja chica para las campañas políticas, hacen que el letargo se volqué en desesperanza y aun así… la creatividad continua.

 

Los medios con “el cayote del gallo”, solo aceptan aquello que huela a presidenciable, porque de algo se debe de pagar la nómina, sin importar la calidad y de no ser así, la optativa es abandonar el proyecto, despedir gente o el esconderse hasta que pase la tempestad. Suena cruel pero es tan verdadero, como el asco de tener que consumir a diario los spots y a eso, añadámosle los medios públicos, que este año están completamente cerrados a producir nuevas propuestas o incluso dar continuidad a buenos programas, digo, para que no se vayan con la finta de que ellos buscan “los contenidos de calidad”, cuando la verdad, es puro influyentísimo. Mientras tanto, los medios independientes luchan por sobrevivir en esta barbarie mediática de extinción y a pesar de esto… aguantamos.

No solamente el jazz, también el blues, funk, swing y varios estilos de la afrodescendencia rítmica sobreviven el caos, desdén y falta de apoyo desde el pasado sismo del 19S hasta la época. Vivimos el colofón de una corrupción tan profunda como antigua, que hasta a las esferas melómanas nos ha afectado, tanto a músicos, productores, organizadores de festivales, creativos, gestores, periodistas, locutores y público en general.

Resistencia melómana

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