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  • A Daniela en su cumple

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

El prurito que la llamada Ley Fayad provocó entre los puristas y dizque celosos guardianes de las libertades fue un exceso nada casual.

 

Porque, mire usted, ha habido otros legisladores de oposición, entre ellos del PAN y del PRD que desde hace rato han pretendido concretar medidas coercitivas para frenar excesos en la Internet, es decir, en estos espacios públicos como el Facebook, el Twitter y el WhatsApp donde ha sido recurrente transiten sus yerros y otros etcéteras que, en otros momentos no muy lejanos, eran parte de su vida privada.

 

Y nadie se rasgó las vestimentas ni convocó a movilizaciones callejeras para protestar contra esa pretensión coercitiva de estructurado fundamento legislativo. La verdad es que está visto cómo ha reaccionado la enorme comunidad que utiliza la modernidad de este medio de comunicación, cuando se atenta contra uno de sus integrantes.

 

Y cientos de legisladores federales y locales, indudablemente, son parte de esa comunidad. Sus campañas, paulatinamente, utilizan estos espacios de las páginas especializadas y las no tanto, para pasearse por la plaza pública y ofertar su propuesta política.

 

La Internet o autopista de la información es una herramienta, una arma capaz de derrocar gobiernos y enterrar famas públicas, enlodar en un santiamén a cualquier personaje de las grandes ligas de la política con un rumor que se convierte en verdad por obra y gracia de los cibernautas.

 

Los escándalos que involucraron a la pareja presidencial con ese asunto de la Casa Blanca, su supuesta separación rumbo al divorcio y la versión de que el presidente Enrique Peña Nieto sufría una severa enfermedad, fue azuzados en las redes sociales. El éxito de quienes generaron la perversa versión de la enfermedad del mandatario y los supuestos jaloneos conyugales en Los Pinos, fue merced a la Internet.

 

Porque los medios de comunicación impresos han quedado en un nicho de influencia acotada. Cada día son menos los ciudadanos que leen diarios y revistas, sin que ello reste influencia y constancia a éstos. Pero hoy en día es más fácil y de suyo accesible para cualquier ciudadano de cualquier consultar en el ciberespacio lo que le venga en gana.

 

Por ello, es menester preguntar qué tanto entrañaba un peligro para la libertad de expresión la iniciativa con proyecto de decreto por la que se expediría la Ley Federal para Prevenir y Sancionar los Delitos Informáticos, es decir, esta llamada Ley Fayad, propuesta por el senador hidalguense Omar Fayad Meneses, quien para mayores señas, es puntero en el top ten de los aspirantes al gobierno del estado de Hidalgo,

 

Apostaría doble contra sencillo que buena parte de quienes protestaron, censuraron y pretendieron quemar en leña verde y en el Zócalo capitalino al senador Fayad, no ha leído el texto íntegro de dicha iniciativa, amén de que desconoce el procedimiento legislativo, que suele ser una verdadera pesadilla burocrática por cuya aduana debe transitar la propuesta hasta llegar al pleno camaral donde, hoy sí, la discusión de senadores o diputados pueden enterrarla por los siglos de los siglos en el archivo muerto, o impulsarla como una alta prioridad social que prosperaría con el voto mayoritario.

 

Pero, ¿casualmente?, a la Ley Fayad le dieron la dimensión aterradora del moderno Torquemada que estaba apenas en gestación como una iniciativa de ley, similar por cuanto a proceso legislativo de cientos que en este momento están en lista de espera, en esa larga fila en las comisiones ordinarias, cuyos integrantes pueden darse el lujo de, símil de oficina de cuarta en una dependencia federal, como burócrata sindicalizado desempacar la torta de milanesa y el refresco para empacársela mientras hojean el Libro Vaquero y luego dedicar unos minutos a la lectura de la portada de la iniciativa en comento.

 

Así, con esa comunidad que se imaginó al populacho que perseguía brujas en la edad media, con antorchas y herramientas de campo en ristre, tras la pista de Omar Fayad Meneses para lincharlo y arrastrar su zalea por el Centro Histórico. Fue un exceso prohijado por fuego amigo, indudable, con la pretensión de descarrilarlo de la carrera por la gubernatura de Hidalgo.

 

Hasta antes de este affaire, la pregunta: ¿Conoce usted a Omar Fayad?, habría tenido una buena cantidad de respuestas negativas. ¿Y quién es ese? ¿Y dónde queda ese estado de Hidalgo?, respuestas que, no lo dude, habrían ocurrido en una simplona encuesta en la esquina de Paris y Madrid, es decir, a un costado del Senado de la República.

 

Bueno, pues como dirían en mi pueblo, ya se salieron con la suya estos malquerientes y amanuenses que obedecieron al dictado de darle en la madre a Omar, porque Omar Fayad después de su fallida campaña de explicaciones respecto de la iniciativa de marras, solicitó a la Mesa Directiva del Senado de la República que la retire.

 

Incluso informó que las consultas previstas para el jueves de esta semana, encaminadas a analizar y discutir dicha iniciativa, se recalendarizarán “con el propósito de convocar al mayor número de especialistas, académicos, cibernautas e interesados en el tema”, una mecánica elemental que, como refiere el senador en el texto de su solicitud a la mesa directiva senatorial, atendería a un severo problema que representa el galopante incremento de ilícitos cometidos con el Internet.

 

Pero el senador no se da por vencido y, como el general Mac Arthur, volverá con su tema y no arría bandera en su aspiración de ser gobernador de su tierra.

 

Lo cierto es que la experiencia del linchamiento político y mediático es de suyo repetible con el riesgo de dos consecuencias. Una implica el ostracismo político del personaje en cuestión; otra es la que victimiza y genera fama pública de un personaje medianamente conocido. Lo hace elegible.

 

En consecuencia, si alguien no conocía a Omar ni siquiera en su colonia en Pachuca, hoy sabe que es un senador al que lincharon dizque por pretender coartar la libre expresión en la Internet, pero que quiere ser gobernador del estado de Hidalgo. ¿A poco no? Digo.

 

MIÉRCOLES.- Ayer martes, en Cajeme, Sonora, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, acompañó al Presidente Peña Nieto en la entrega de 100 kilómetros de la autopista Estación Don- Nogales en Sonora. De los dos tramos entregados, 60 kilómetros van de Navojoa a Ciudad Obregón y 40 kilómetros de Hermosillo a Santa Ana. La inversión para la autopista, en sus más de 650 kilómetros será de 16 mil 500 millones de pesos.

 

Esta autopista forma parte y permite completar en altas especificaciones el eje troncal México-Nogales con ramal a Tijuana, el cual es de fundamental importancia para el intercambio económico y comercial entre la región Centro-Occidente con el Norte del país. Por este corredor transitan las exportaciones más importantes de productos agropecuarios hacia el mercado estadounidense, por lo que es el segundo corredor en tráfico y carga del país.

 

Y ocurre que, en diciembre de 2017 se concluirá el corredor de Estación Don a Nogales. En la entrega de las obras que beneficiarán a 1.3 millones de habitantes estuvieron la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano y el secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell.

 

Son obras que dieron pauta a un interesante mensaje presidencial del que le platico el viernes de entresemana. Conste.

 

Se llama Omar Fayad

 

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