Te digo Juan, para que lo entiendas Pedro

 

 

Estimado lector un gusto encontrarnos en este espacio, en estos días de visita papal donde prácticamente todas las informaciones mediáticas giran en torno al tema, la visita de este pastor, ha generado una alta expectativa por los temas que tocaría en sus discursos, el contexto turbulento de inseguridad y económico por el cual atraviesa la sociedad mexicana, ante la mirada pasiva de sus políticos y clase clerical, que pocas veces se reúne con su grey para darle consuelo.

 

El discurso de Francisco en Palacio Nacional, fue una severa crítica tanto a la Iglesia Católica mexicana, como a los políticos de todos los colores, quienes por cierto hicieron de los primeros actos una pasarela para sacarse la fotografía con el personaje, “el palo” en el discurso de Francisco fue directo sobre la corrupción, llamó la atención a la clase política para que trabaje por una "justicia real" y una "seguridad efectiva", mientras instó a sus obispos a tener coraje para enfrentar el narcotráfico flagelos que consumen a nuestra sociedad.

 

El gran perdedor, Arzobispo Primado de México que simboliza la incómoda relación del Papa con el ala más conservadora del clero, la lejanía entre el Cardenal Norberto y Francisco, tiene su origen en la figura de corrupción del primero, además de los escándalos de pederastia, silencio y protección para sacerdotes acusados de pederastas, se puede sumar la antipatía, por su cercanía con los políticos, inclusive en los pasillos de la Arquidiócesis comentan que Rivera quería convertir en un “besamanos” el acto de Palacio Nacional.

 

El zócalo no lució llenó como se esperaba, la explicación es política, a pesar de ser el titular de la arquidiócesis más importante del país y uno de los anfitriones de Bergoglio, Norberto Rivera fue relegado de la coordinación de la visita papal, quien en desquite se negó a aportar su cuota de miles de voluntarios para vigilar las vallas dispuestas al paso del pontífice, y que recibieron la instrucción de no acudir al evento.

 

Rivera no se acostumbra a perder el protagonismo, en tiempos de Juan Pablo II fue el más poderoso, pero en los últimos diez años ha ido menguando, sobre todo por una razón ominosa, la manera en que defendió, a capa y espada, al fundador de la multimillonaria congregación de los Legionarios de Cristo Marcial Maciel Degollado, icono de la pederastia eclesial.

 

Por ello se entiende que el catolicismo se encuentra a la baja, los católicos reflexivos no confían en sus ministros, sino en los que vienen de fuera, los mexicanos apoyan a Francisco y su visita, aunque saben que viene a fortalecer la fe, y no a resolver temas de seguridad, piensan que este último debe ser tema obligatorio a tratar en la agenda, sobre todo en estados como Chiapas y Chihuahua.

 

Los llamados de Francisco son importantes pero si no tienen eco, de nada servirá, seguramente se harán oídos sordos, después del Papa todo seguirá igual.

 

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