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El legado histórico de Frida Kahlo y Diego Rivera al pueblo de México es fruto de su desarrollo profesional y artístico, pero la verdadera esencia es su amor apasionado, doloroso, tierno, complejo y perfecto, a la vez, que dejaron edificado en dos preciosos museos ubicados en Coyoacán: el Anahuacalli con su imponente arquitectura precolombina y el pintoresco museo Color Azul, lleno de energía y pureza de amor, como lo definía la llamada “Paloma”.

 

Solamente el sentimiento más profundo puede crear obras de arte, es por ello que en esta entrega -estimados lectores de Homo Espacios- tratamos de relatar esa historia real de amor de dos célebres personajes que con sus pinceles, bocetos, corazón y vida, pintaron en la memoria del pueblo mexicano su pasión, como reflejo vivo que el día de hoy se mantiene latente en Coyoacán.

 

Remontémonos a los años del “Crack” estadounidense, al año 1929. Mientras en la Unión Americana sufrían su gran depresión, en la Ciudad de México, en el registro civil de Coyoacán, el 21 de agosto se celebraba la boda nombrada por la familia Kahlo de “El elefante” Diego de 43 años y “La paloma” Frida de tan solo 20 años.

 

El encuentro de estos grandes artistas mexicanos -él de Guanajuato y ella de Coyoacán- se remontan a los años de estudiante de la pintora (1922) cuando en la Escuela Nacional Preparatoria, hoy conocida como Museo de San Idelfonso, el ya muralista Rivera realizaba la obra pictórica “La Creación” en el Anfiteatro Simón Bolívar de la Preparatoria cuando Frida lo descubre dando pinceladas, nace su admiración por ésta bella arte y por el autor, desconociendo que sería el mismo Diego el amor de su vida, ya que en esa época él estaba casado con su segunda esposa Guadalupe Marín con la que tuvo dos hijas Lupe y Ruth. Como dato esta última todavía vive y tiene 87 años.

 

Lo que son los designios de la vida; pasaron seis largos años en los que mientras Frida se recuperaba de un terrible accidente en un tranvía que sufrió a los 14 años de edad, que casi la mata y la dejó inmóvil por muchos años. Fue esta etapa en cama en la cual realizó sus primeros trabajos sobre el oleo, retratando su dolor emocional y físico. Por su parte, Diego se convertía en un ícono del Movimiento Muralista de México y Latinoamérica, con diversos trabajos artísticos en la Secretaría de Educación Pública, el Palacio de Cortés en Cuernavaca, la Escuela de Agricultura de Chapingo y  el Palacio Nacional en la Ciudad de México. Además fue director de la Escuela Central de Artes Plásticas y en 1927 estuvo en el X Aniversario de la Revolución de Octubre en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, como invitado del primer ministro Iósif Vissariónovich Stalin.

 

Para 1928 con varias obras realizadas por la pintora coyoacanense y un mejor estado físico, Frida decide buscar al muralista Diego que conoció en la Escuela Nacional Preparatoria, a quien pidió que criticara sus piezas y le ayudara a venderlas para aportar dinero en su hogar que se encontraba en números rojos. Incluso la casa se encontraba hipotecada.

 

Rivera, al ver el interés de la joven, le propone visitarla para compartir sus conocimientos, hasta que después de varias citas a “La casa azul”, Cupido hizo de la suyas para juntar a esta talentosa pareja.

 

Con esta introducción, homoespaciero, comenzamos nuestro recorrido cultural por Coyoacán, palabra de origen náhuatl que significa “Lugar de los dueños de coyotes”.

 

Museo Frida Kahlo.

 

“Toma de la vida todo lo que te de, sea lo que sea, siempre que te interese y te pueda dar cierto placer… Y tú, mi chiquita, mereces todo… No los culpo porque les guste Frida, porque a mí también me gusta, más que cualquier otra cosa…  Tu principal sapo-rana. Diego”.  Carta dirigida a Frida (1938).

 

También llamada “La casa azul” este alegre museo fue hogar de la célebre Frida, viéndola nacer en uno de sus cuartos del 6 de julio de 1907, desarrollando sus principales obras en su época productiva como artista y finalmente dando el último suspiro el 13 de julio de 1954.

 

“La Paloma” como la conocieran sus amigos, fue la tercera hija de cuatro mujeres del matrimonio de don Guillermo Kahlo, de origen húngaro-alemán y Matilde Calderón, de Oaxaca. Sus hermanas eran Matilde, Adriana y Cristina. El nombre de pila de la artista era: Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón. Su padre don Guillermo, era un reconocido fotógrafo de la época de la Revolución y su madre una amante de la cultura oaxaqueña; esta singular mezcla despertó el interés por la artes gráficas a “La niña más inteligente del hogar: Frida”, como lo confesara el señor Kalho. Cabe mencionar que éste adquirió el inmueble ubicado en la esquina de Londres y Allende, en Coyoacán, en 1904.

 

En su época académica, la artista se encontraba interesada por la medicina, pero se presentaron dos acontecimientos que cambiaron su perspectiva: el primero fue conocer el trabajo de Diego en su escuela preparatoria con el que quedó fascinada y el segundo, aunque trágico, fue su casi fatal accidente en un tranvía  que le destrozo su columna vertebral y ocupo su tiempo en realizar pinturas en su restirador móvil, viéndose en un espejo colocado en el techo de su  cama.

 

La visita al museo, inicia su recorrido con diversas estancias de un colorido piso amarillo; en la primera encontrarás una chimenea de piedra volcánica realizada por Diego, aparecen las primeras obras de Frida como son “Mi familia”, “El retrato de mi padre” y su primera pieza “Autorretrato con traje de terciopelo”, en 1926, realizado en el Hospital de la Cruz Roja donde se recuperaba de de su accidente. En la segunda sala lo más representativo es que en este sitio nace la artista, aparece uno de sus principales oleos y el último llamado “Viva la vida” de 1954; destaca también una paleta cromática, en el que describe y da significado a los colores, destacando el azul como energía y pureza de amor. La tercera estancia muestra fotos y cartas de la época que vivió León Trotsky de 1936 a 1940. El cuarto salón se encuentra dedicado a Diego Rivera donde incluso existen planos originales del “Museo de Anahuacalli”. El quinto espacio de la galería resalta algunos artículos personales de “La Paloma“ Kahlo.

 

Después del recorrido por sus obras, se ingresa a los aspectos de la casa. Primero por el área del comedor con gavetas en las paredes color amarillo, uno de los detalles de este espacio son dos relojes decorados por Kahlo, uno muestra la hora y día cuando se divorcia de Diego por la infidelidad con su hermana Cristina; en el segundo aparece, de igual forma, cuando vuele a casarse con el muralista, un 8 de diciembre de 1940, en San Francisco, día que cumplía 54 años Rivera. Posteriormente está el cuarto del llamado “Sapo-rana”, requisito que impone “La paloma” para volverse a casar que era tener cuartos separados, definitivamente que el regaño fue severo…

 

El recorrido continúa en la tradicional cocina que conserva el estilo de 1910, con pequeños jarritos colocados en la parte alta que forman la frase “Frida y Diego”. Después se ingresa a la magia del estudio de la pintora en el que se conserva sus muebles originales, pinceles, pinturas, entre otros enseres.

 

Luego se da paso a las dos habitaciones: la del día, con su cama original y el espejo en el techo de la cómoda y la de noche, en la que se encuentran artículos personales, su cama y lo más significativo, sus cenizas. El último punto de la visita es su agradable y amplio patio.

 

Dentro de las actividades de “La casa azul” se encuentran: la exposición “Las apariencias engañan; los vestidos de Frida Kahlo”, colección que permaneció guardada hasta 2007 en los baños de Frida y Diego en el interior de la casa, a petición del mismo Rivera, que se exhibe para descubrir nuevas facetas de la pintora. El taller “Creando nuevas apariencias” en el que podrás elaborar tu propio diseño inspirado en los vestidos de Frida Kahlo, se imparte todos los sábados de 12 a 14 horas.

 

“Frida + Diego”, los fines de semana ofrecen el servicio de transporte, ida y vuelta, saliendo del Museo Frida Kahlo al Museo Anahuacalli; los horarios de salida son a las 11, 12:30, 14:00 y 15:30 horas. El museo “La casa azul” abre los martes, así como de jueves a domingo de 10:00 a 17:45 horas, y los miércoles de 11:00 a 17:45 horas.

 

Museo Diego Rivera, Anahuacalli.

 

“No dejes que le dé sed al árbol que tanto te amó, que atesoró tu semilla… No dejes que le dé sed al árbol del que eres sol, que atesoró tu semilla. Es Diego nombre de amor. Tu Frida” Carta dirigida a Diego (1940).

 

El imponente Anahuacalli está construido y levantado sobre piedra volcánica, su arquitectura mezcla la tendencia de edificaciones teotihuacana, maya y hasta culturas orientales. Fue considerado por Rivera como su templo en el que guardó más de cincuenta mil piezas precolombinas de las cuales sólo se exhiben dos mil. En su alrededor lo abraza una gran reserva ecológica de 42 mil metros cuadrados de flora y fauna. Cuenta, además, con una plaza que simula la explanada de Teotihuacán, una Pinacoteca y una galería; la idea del muralista era crear una “Ciudad de las artes” con teatro, danza, música, entre otras disciplinas.

 

El artista también llamado “Sapo-rana”, nace el 8 de diciembre de 1886 en tierra cervantina de Guanajuato. Su padre fue don Diego Rivera y su madre María del Pilar Barrientos. Tuvo un hermano gemelo, Carlos María que murió de año y medio.  El nombre completo del pintor fue: Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, así de extenso era también su talento.

 

En 1896 estudió en la Academia de San Carlos en la Ciudad de México, influyendo en su formación profesional el célebre paisajista José María Velasco. En la etapa de 1907 a 1916 realizó diversos estudios en España y Francia, siendo París el lugar donde contrae matrimonio por primera vez con Angelina Petrovna Belova, pintora Rusa. En estos tiempos conoció a Alfonso Reyes Ochoa, Pablo Picasso y Ramón María del Valle-Inclán.  Incluyó el cubismo en algunas de sus obras. En 1917, aprendió el estilo del postimpresionismo. Para 1919 tuvo una hija, Marika Rivera y Vorobieva, que nunca reconoció pero si brindo apoyo económico a Marievna Vorobieva-Stebelska. En 1920, viajó a Italia para aprender la técnica renacentista. Regresó a México en 1922, año en que se casa con Guadalupe Marín y conoce a Frida.

 

El Museo de Diego Rivera comienza su construcción a finales de la década de 1940.  Frida relata que en esos tiempos trabajaba mucho y vendió su casa de Insurgentes para apoyar a Diego a lograr su sueño: “Construir el Anahuacalli”.

 

El amor y la piedra volcánica edificaron este espacio cultural, pero desgraciadamente Frida no pudo verlo terminado, ya que ella muere en 1954. Incluso ni el mismo Rivera, que aunque contrae matrimonio con Emma Hurtado, un año después de la muerte de Kahlo,  el icónico muralista fallece el 24 de noviembre de 1957. La conclusión del Anahuacalli lo realiza su hija Guadalupe, pero principalmente su amigo y arquitecto Juan O´Gorman, inaugurándolo en 1964.

 

La visita a este gran museo inicia en el piso del inframundo, como es este plano; la sala es gris y obscura,  con varias piezas precolombinas que apreciarás en todo el museo. En los techos veras diferentes símbolos: comunistas, la paloma de la paz, la serpiente emplumada, entre otras. Al subir al primer nivel entrarás al plano terrenal en el que se exhiben sus principales y más queridas piezas: “Los guerreros” con los que –según nos platican- hasta jugaba y le encantaba dibujarlos. También se encuentra su gran estudio que cuenta con varios bocetos, el más representativo es “El hombre en el cruce de caminos” que era para el vestíbulo del millonario John Rockefeller de su edificio “Rockefeller  Center” en Nueva York, pero en el proyecto final, Rivera decide incorporar a Stalin a la obra, provocando que el millonario destruyera la pieza del muralista.

 

En el último piso se representa el supramundo. Lo que aparece es una sala con piezas de la cultura olmeca, en perfecto estado y la terraza tiene una preciosa vista de la ciudad.

 

El Museo Anahuacalli nos invita a conocerlo de miércoles a domingo desde las 11 a las 17 horas.

 

El comprender la obra de estos dos genios de la pintura no se lograría si Frida no tuviera a su Diego o viceversa. El poderoso sentimiento y lazo de estos artistas lograron dejar ese retrato, el reflejo de un Coyoacán lleno de historia, pasión y cultura. Siempre el amor perdurará y como ejemplo tenemos la riqueza de nuestros dos museos, que al final el muralista guanajuatense nos entrega, diciendo:

 

“Devuelvo al pueblo lo que de la herencia artística de sus ancestros puede rescatar”.       Diego Rivera.

 

Te dejamos los siguientes links para que consultes  estas joyas culturales de Coyoacán:

 

La casa Azul.

www.museofridakahlo.org.mx

http://youtu.be/eCElr2ADxHA

 

Museo Diego Rivera.

www.museoanahuacalli.org.mx

http://youtu.be/N2LpuejfRBg

 

Amigos, los invitamos a escuchar las cápsulas homoespacieras dentro del programa “La otra frecuencia” en Radiorama 1530 AM, que se transmite todos los miércoles de 20:00 a 21:00 horas. 

Frida + Diego: Reflejo cultural de Coyoacán.

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