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Mercadóloga y publicista por profesión, indagadora de la diversidad en las artes por convicción y pertenece al equipo de prensa del Centro Cultural Helénico.

 

 

 

Voces entrelazadas

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”
José Saramago

¿Qué pasaría si dejáramos ser al ser?

 

Quizás habría más arte en el mundo.

Las vidas serían más auténticas.

Encontraríamos mayor divinidad y nos sorprenderíamos de cuánto bien hay en nuestro interior.

Si dejáramos ser al ser, escucharíamos al alma y tendríamos más tiempo para sanar lo que el ser necesita.

Si dejáramos ser al ser, existiría mayor tolerancia, habría menos fronteras y mayor similitud.

Si dejáramos ser al ser, encontraríamos esa libertad buscada en tantos dogmas.

Si dejáramos ser al ser, encontraríamos mayor claridad en el gran Yo Soy.

Recomendaciones de libros de José Saramago:

 

-Las pequeñas memorias (2006) 
-Caín (2009)
-La balsa de piedra (1986)


 

Hay una dictadura neuronal dentro de cada existencia; de pronto advierto que en ocasiones  mis narraciones adquieren la voz de los que leo y que acompañan mi destino. En este mundo compartido, hay quien al leer disfruta de la obra, también hay quién profundiza en el autor, y así nuestras ideas son entretejidas y nuestros pensamientos a veces remendados a través de la palabra del otro. 

 

A mí me corresponde hablar acerca de la literatura, tengo mi gama de autores favoritos y también mi creencia filosófica de que si siempre leemos lo mismo, entonces no nos permitimos renovar nuestra mente.

Sucesos andantes, que nos persiguen o perseguimos, hay muchas formas para desempeñarnos al  estar aquí en la Tierra, la literatura es una de ellas y tiene la posibilidad de acompañarnos también a distancia. Los seres humanos fuimos creados para encontrarnos, realizar diversos roles y  ser entrelazados unos a otros con un universo detrás y un infinito por delante.

 

Hace unos días, caminando por la Guadalupe Inn mi entrelazamiento fue con un hombre viejo, cansado y con el rostro lleno de surcos, esos que quizás equivaldrían a sus tantos caminos andados, él iba a su destino y yo al mío, él llevaba una piedra en su mano arrugada, una de esas bonitas que aparecen en la colonia, me regaló algo de imaginación y me hizo conjeturar, ¿Para qué era la piedra?, para detener la puerta de su casa o para sostener los periódicos que vende en algún lugar  y hacer que el viento no se lleve el papel, porque a las palabras sí se las lleva el viento, por eso y más, es bueno que queden entintadas.

Cuando conozco una nueva persona, me siento curiosa por saber qué lee y de qué manera le resignifica,  pero sobre todo me interesa saber qué voces de otros la acompañan, pues a veces somos nosotros quienes buscamos estas voces y otras, son ellas las que nos eligen. En este tiempo donde llegar a tantos autores es sencillo, ¿cuáles serán las voces que adoptaremos? ¿Será que la literatura es una forma de cambiar una y otra vez nuestro camino?


Es una dádiva del tiempo para los lectores tener el hallazgo de leer la transformación de la pluma de sus creadores; como la del Nobel de 1998, rebelde y sin embargo, con una nobleza y sencillez para hablar acerca de las pasiones humanas de forma compleja pero simple, José Saramago, quien comenzó a escribir desde 1944 e hizo una pausa por 20 años. Cuando se le cuestionó por qué, su respuesta fue sabia: "sencillamente no tenía algo que decir y cuando no se tiene algo que decir, lo mejor es callar". Sin embargo, escribió hasta su muerte, su legado es insigne y variado.

 

"A título personal, Saramago se convirtió en la mente que supo entender las complejidades de su tiempo, dar voz a personajes que se descubrían aislados en una sociedad cada vez más alienada, no denunciando ni haciendo proclamas sino tratando de entender comportamientos y modos de ser que les resultan ajenos. Saramago con los años supo desarrollar con una precisión inigualable su narrativa, sus últimos libros dan cuenta de ese talento propio de los grandes escritores, aquellos que sólo pueden definirse a sí mismos" palabras de un ávido lector.

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