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El aseo político pintaba la praxis del ejercicio político del entonces influyente y destacado priista Enrique Olivares Santana. ¿Hay aseo y pulcritud en el ejercicio de la política?

Columnista del periódico La Crónica de Hoy. Director del portal Entresemana.
Correo: sanchezlimon@gmail.com
Twitter: @msanchezlimon 

Sin retórica, el profesor Olivares Santana, secretario de Gobernación que relevó en el cargo a Jesús Reyes Heroles en el sexenio de José López Portillo y primer embajador de México ante el Estado Vaticano, una vez reanudadas las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el gobierno mexicano, tiempos de Carlos Salinas de Gortari, solía atajar preguntas incómodas o puntualizar una postura con la frase: “Ayúdeme a ser aseado”, es decir, a no complicar un asunto.

 

El aseo político era punto de referencia del profesor Olivares Santana, fallecido el 18 de marzo de 2004, cuando México era un país diferente y por cuyos escenarios políticos transitó y ocupó cargos como el de gobernador de su natal Aguascalientes y presidente del Senado de la República,

 

Quizá don Enrique no fue una hermana de la caridad, pero se le recuerda justo en esa línea del trato amable y respetuoso del pensamiento diferente al suyo, pero cauto.

 

Después del profesor Olivares, no he escuchado a ningún político invocar el aseo como factor de la praxis política.

 

Lo que identifica a los partidos, en estos tiempos de la apertura democrática que ha abierto espacios de transición a todas las corrientes ideológicas contemporáneas, suele ser la complicidad disfrazada de alianzas o coaliciones, que para el caso es lo mismo. Precisamente la ausencia de aseo político ha sido factor por el que partidos considerados de pulcro activismo han perdido credibilidad.

 

El Partido de la Revolución Democrática extravió la brújula de la izquierda y fue seducido por las mieles del poder, a las que se volvió adictivo por encima del factor ideológico, tanto que la pugna por el poder y los insaciables apetitos por éste, derivaron en el desprendimiento de una corriente subyugada por Andrés Manuel López Obrador.

 

Empero, el futuro del PRD como crisol de la izquierda mexicana era previsible. En el caso del PAN, su hermética estructura, blindada contra cualquier pecador que atentara contra el ideario de los fundadores, fue abierta sin rubor alguno apenas alcanzó el objetivo primario de cualquier partido: la Presidencia de la República.

 

El poder le hizo daño al panismo, incluso a aquellos herederos que se forjaron en las juventudes radicales que se identificaban con los movimientos católicos, de recalcitrante derecha incluso en la negada existencia de El Yunque y los fundamentalismos del Opus Dei a la mexicana.

 

Y no es que no haya habido los negritos en el arroz panista, en administraciones municipales o incluso en el ámbito legislativo, pero los prohombres y mujeres, sin duda, del panismo que fueron seducidos por el poder y perdieron rubores para hacer negocio con la política, llegaron de la mano de la transición, del primer Presidente de la República emanado de las filas del PAN, Vicente Fox Quesada, cuyo alter ego, Marta Sahagún, fue pivote de la corrupción que campeó en ese sexenio de la frivolidad y las bacanales del dispendio con los excedentes petroleros, multimillonarios, que bordaron el camino de los nuevos ricos, ricos albiazules que por ahí deambulan en estancos de poder e impunes. En fin.

 

¿Qué hacer para limpiar esa imagen ensuciada por los corruptos de los sexenios de Vicente Fox y de Felipe Calderón Hinojosa? Por cierto, ¿alguien sabrá a cuánto ascienden las fortunas de estos expresidentes enemigos de aseo político? Ya se sabrá.

 

Pero, vaya, el tema del aseo alcanzó a este PAN urgido de una nueva cara, limpia, inmaculada para retornar al camino opositor que hizo posible arrebatar al PRI la Presidencia de la República.

 

El escándalo de la narcopolítica que involucró al PAN y a algunos de sus próceres, con el caso de la diputada local en el Congreso de Sinaloa, Lucero Guadalupe Sánchez López, candidata que fue en 2013 por la coalición “Unidos Ganas Tú”, encabezada por Acción Nacional, se ha significado como singular cereza del lodazal en el que dos bandos convirtieron la arena albiazul.

 

Con un proceso electoral importante, cual aduana rumbo a la sucesión presidencial, el PAN anda urgido de cartas de presentación como un partido limpio, aseado, ante el electorado mexicano que ya no se deja seducir por la demagogia, el canto de las sirenas y los espejismos del maná que caerá del cielo para levantar al país y hacerlo Mundo Feliz.

 

Por eso, hasta un delegado especial nombró la dirigencia nacional panista para investigar y “llegar hasta sus últimas consecuencias” en este asunto en el que Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, tiene un papel protagónico con pinceladas románticas que golpearon al PAN en su línea de flotación, porque la diputada Sánchez López, ni más ni menos, es una de las mujeres del galán capo del narco.

 

Este martes, el diputado federal Federico Döring Casara, delegado especial del CEN del PAN encargado de encontrar a los malos panistas que impulsaron e impusieron la candidatura de la señora de El Chapo, para llegar al Congreso de Sinaloa como una especie de cuña del capo para legislar, defender, rechazar, cuestionar o desacreditar temas que fueran en perjuicio de éste.

 

Y resulta que Döring, después de exhaustivas pesquisas, entrevistas y preguntas por aquí y por allá, encontró que, en efecto, los responsables de la candidatura fast track de la señora de El Chapo, fueron unos malos panistas cuya expulsión es inminente, mientras la PGR analiza y fundamenta el expediente mediante el cual solicitará el desafuero de la diputada Lucero Guadalupe Sánchez López, que se entiende pírrico triunfo de la señora abogada Arely Gómez, procuradora General de la República.

 

El daño está hecho. Con el desafuero de Lupita y hasta su encarcelamiento por uso de documentos oficiales falsos, no por narcotráfico ni asociación delictuosa, el PAN no recupera la fama de pulcro y vacunado contra las malas compañías. Tampoco el gobierno federal recupera confianza mediante un chivo expiatorio, aunque éste es asunto de otro costal.

 

Cuánta falta hace al PAN el aseo político de sus fundadores. Aseo que perdió cuando ganó la Presidencia de la República. El poder, sin duda, a los inteligentes envanece; a los pendejos enloquece. ¿A poco no? Digo.

 

MIÉRCOLES. Muy bien cumplió la encomienda presidencial el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, de viaja a Morelia y esperar la llegada del Papa Francisco a tierras michoacanas. Con la representación del presidente Enrique Peña Nieto, Ruiz Esparza, responsable del Programa de Atención a Entidades Federativas Región X, dio la bienvenida al Sumo Pontífice y esperó a que éste concluyera su agenda de actividades para despedirlo en el Aeropuerto Internacional “General Francisco J. Mújica”, acompañado por el gobernador Silvano Aureoles Conejo, con quien estuvo al pendiente de los diversos actos en los que el Papa fue la figura central. Ruiz Esparza atestiguó la cálida recepción y despedida que le dieron al jefe de la iglesia católica, en el quinto día de su visita pastoral al país. Una estrellita más para don Gerardo. Conste.

 

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Vanguardia Digital

PAN, ¿aseo político?

 

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